jueves, 16 de diciembre de 2010

El nudo de tecedora


Cuando subes, se te mezcla en la garganta la confianza en la experiencia de quién te lleva y el temor por la tierra que vas pisando, cubierta de nieve. Ilusión blanca moteada de hojas recién arrojadas por el gélido viento… Una curva y el valle se aleja, otra curva, otra más… y, tras la última un suspiro y un escalofrío que te recorre de arriba abajo. Ahora la casa está vacía. No hay mondas de patata en la mega de la entrada, no huele a humo, nadie se adelanta a abrir la cancilla y te advierte que “non molles os pes”.

Abandonados todos los criterios en cuanto a moda se refiere hay que prepararse para lo que viene: Leotardos, pantalón viejo, camiseta, jersey, chaqueta, todo bien grueso; calcetín de lana, botas de agua y el mandilón estampado de cuadros; bufanda bien “enrodelada” y ese abrigo de hace ya ni se sabe.

Ese sábado se mataba en Casa da Irexa.


La lumbre de la casa vieja encendida y los anfitriones ultimando detalles. Van goteando los vecinos. Primero los hombres, ataviados sin excepción con funda azul, golpeando las manos y frotándolas se ponen al día con escuetas frases, golpes en el hombro y alguna risa. Afilan los cuchillos. Luego llegan las mujeres, se acercan al hogar y mientras se quejan del frío comienzan un diálogo más fluido acerca de las hijas y los nietos.

Casi sin darnos cuenta comienza todo. Se tensan los músculos, gimen los cuerpos, salpica la vida humeante ante el frío de la mañana y se suceden a penas sin pensar cada paso y cada rito. El agua hierve, las manos se engrasan y al final, un vaso de vino. Y llega la hora de la comida.

Cada uno se va a su casa a asearse y vuelve a mesa puesta. Un festín típico, fuerte y caliente que reconforta por dentro y devuelve la energía gastada. Y entonces podría ser 1900 o 2010 que sientes que estás viviendo algo que han vivido exactamente igual tus antepasados. Y te fijas en las manos de Tía Victorina do Torno, torcidas de los años, morenas del viento, sabias del trabajo y agradeces que te haya enseñado a hacer el nudo indesanudable de “tecedora” que tantas veces empleó cuando trabajaba la lana en los telares y te llena de orgullo que diga que “vaya bien que entreparto con lo nueviña que soy, que ya no hay juventud que faga esas cousas”.

Hoy pienso que, tal como va el mundo, quizá me toque vivir el momento en el que haya que volver a sembrar el Rebordelo, llevar a pastar a Pallarellos, apañar castañas en Fatois o muxir en el ástrago de la casa vieja, incluso puede que me llamen Tía y tenga los dedos torcidos y tenga que enseñar a hacer el nudo de tecedora.

lunes, 8 de noviembre de 2010

Reflexión


¿Cómo puedo ser tan irritantemente posesiva?
Padezco un Diógenes de recuerdos hirientes que fomento auto-flagelándome con recuerdos ajenos que quisiera míos. Además, no soy capaz de deshacerme de desperdicios encéfalo-coronarios vacuos.
Yazco en un lecho de decepciones y, a mi alrededor, apenas se aprecian los restos de un trastorno obsesivo-compulsivo que me encantaba ostentar.
Parece tan lejano aquel 15 de mayo del 94… Sólo necesitaba un oso de peluche vestido de aviador, ese día comencé a acumular como tesoros los restos de mis derrotas.

sábado, 16 de octubre de 2010

Elle Panique / Ella está aterrorizada


Esta vez se trata de una canción de Olivia Ruiz, que además de encantarme, su video me hace mucha gracia!

LETRA

Elle panique
A l'idée d'en faire trop
De vieillir prématurément
Elle panique
A l'idée d'être de trop
Ou de s'ennuyer un instant
Elle a peur que tu t'en ailles
Peur de tes représailles
Elle a peur pour son p'tit frère
Elle a peur
Peur pour son derrière

Elle panique
Elle panique

Fous-moi la paix ma sale caboche
Tu ne me feras pas sombrer
Je t'aurai à grands coups de pioche
Si tu ne laisses pas tomber

Elle flippe qu'on ne l'aime plus
Elle balise de s'aimer un jour
Ça pressure, ça la tue
Ça lessive dans son tambour

Elle veut pas finir seule et moche
Elle veut qu'on s'inquiète pour elle
Elle veut pas voir de la bidoche
Ni se laisser des poils sous les aisselles

Elle panique
Elle panique

Fous-moi la paix ma vieille caboche
Je suis rincée
Tu ne me fous pas la pétoche
Et je ne veux plus t'écouter

Fous-moi la paix ou j'te taloche
Je me sens toute démantelée
Sur moi tes questions ricochent
Inutile de te fatiguer



TRADUCCIÓN

Ella está aterrorizada
Le parece que hace demasiado
Se quedó anticuada prematuramente
Ella está aterrorizada
Le parece estar de más
O aburrirse un instante
Ella tiene miedo de que tú te vayas
Miedo de tus represalias
Ella se preocupa por su hermano pequeño
Ella se preocupa
Se preocupa por su trasero

Ella está aterrorizada
Ella está aterrorizada

Déjame en paz sucio coco
No harás que me hunda
Acabaré contigo a martillazos
Si no lo dejas ya

Ella está angustiada de que no la quieran más
Ella tiene miedo de amarse un día
Eso la ahoga, eso la mata
Eso lava en su tambor

Ella no quiere acabar sola y mustia
Ella quiere que alguien se preocupe por ella
Ella no quiere ver la carne
Ni dejarse los pelos en las axilas

Ella está aterrorizada
Ella está aterrorizada

Déjame en paz viejo coco
Estoy aclarada
No me vas a meter miedo
Y no te quiero escuchar más

Déjame en paz o te daré una colleja
Me siento muy desmantelada
Sobre mi tus cuestiones rebotan
Es inútil que te canses.

Saisons / Estaciones

Saisons es el segundo tema que encontramos el el album homónimo de Rose. Aquí os dejo la letra y la traducción.

LETRA

J’ai laissé ouverte mes persiennes
Les voies ressemblaient à la sienne
J’ai cru mille fois qu’il revenait
Et j’ai laissé passer l’été
J’ai laissé passer l’été

J’ai voulu retrouver son corps
Et je l’ai eu sans un effort
J’ai foutu ma vie en guerre
Et j’ai laissé filler l’hiver
J’ai laissé filler l’hiver

Personne à l’horizon
Personne sous mon balcon
L’espoir fait mourir parfois
Vois-tu ce qu’il a fait de moi
Vois-tu ce qu’il a fait de moi

J’suis restée prostrée dans le noir
J’ai chialé pour qu’il vienne me voir
J’ai été jusqu’à faire l’aumône
Et j’ai laissé mourir l’automne
J’ai laissé mourir l’automne

Ma douleur crevait les cieux
Je n’ai plus voulu croire en Dieu
Point de héros ni prince charmant
J’ai laissé pleurer le printemps
Laissé pleurer le printemps



TRADUCCIÓN

He dejado abiertas mis persianas
Las vistas parecían el Siena
He creído mil veces que él volvería
Y he dejado pasar el verano
He dejado pasar el verano

He querido reencontrar sus cuerpo
Y lo he tenido sin esfuerzo
He jodido mi vida en la guerra
Y he dejado irse rápido el invierno
Yo he dejado irse rápido el invierno

Nadie en el horizonte
Nadie bajo mi balcón
La esperanza hace morir a veces
Ves lo que él ha hecho de mí
Ves lo que él ha hecho de mí

Permanezco postrada en la oscuridad
He enloquecido porque él venga a verme
He estado a punto de hacer el idiota
Y he dejado morir el otoño
Yo he dejado morir el otoño

Mi dolor revienta los cielos
Ya no puedo creer más en Dios
No lo haré en héroes ni príncipes encantados
He dejado llorar la primavera
Dejado llorar la primavera

miércoles, 29 de septiembre de 2010

Congestión


21-Agosto-2010

Se me encarna la cara de rabia y asfixia. Frustración crónica a la cual una no acaba de acostumbrarse. Una presión entre el tabique nasal y la parte superior del tórax, asciende hasta los globos oculares y retumba en las sienes. Basta una ligera presión, bien calculada a base de experiencia, para disuadir el llanto y hacerle bajar de nuevo al tórax, comenzando así un nuevo ciclo de rabia contenida que hierve de frío y carencias. Y si alguien pregunta… le llamo congestión…

sábado, 25 de septiembre de 2010

Saluda el gato

13-Agosto-2010

Ni el más gato de los felinos sería tan maestro de lo esquivo y del arañazo.
Superficial y a modo de caricia
que se infecta y marca,
escuece y enerva,
rabia y emponzoña,
me saluda cada noche el gato.

miércoles, 22 de septiembre de 2010

Llega septiembre

2-Septiembre-2010

Se me antojan tostadas de hotel y sábanas revueltas de buenos días, sol de media mañana, cortina al viento fresco…
Llegado septiembre se me pone un nudo en la boca del estómago con ansia de cuaderno nuevo y miedo de años viejos. Y despidiéndose por la ventana se escurre un verano tórrido de siestas y paseo y pequeñas alegrías inmensas, agotadas de deseo.
Se me gastan los segundos, pesados como horas, de esperar lo que no sé bien si quiero que llegue. Plomizos resbalan incesantes y se pierden en los quiero y no puede de cada día, cada día más monótono y aún queda tanto por hacer… me quedan tantas cosas aún… y el tiempo pasa tan incesantemente lento que apenas parpadeo y un bostezo me roba otro minuto…

Léo Marjane - En septembre sous la pluie

domingo, 19 de septiembre de 2010

Insolación

25-Julio-2010

Se rompían las piedras a su paso, se detenía la feria al choque de los rayos de sol en su piel, retorcía las miradas en los rizos de su pelo y se comía julio mientras le resbalaba jugo de ciruela entre los labios.
Soltaba los “no puedo” con una sonrisa en las entrañas y subió los cuarenta y siete escalones con la frente más alta que el campanario de los Terciarios. Esa noche, bajo una luna casi llena y con todo el universo conspirando para que diese comienzo el verano, parecía que por persuasión ajena y propio orgullo merecido, estaba haciendo las cosas bien.

Cita de Alas Clarín sobre la obra “INSOLACIÓN” de Emilia Pardo Bazán: "Antipático, poema de una jamona atrasada de caricias." Qué sabrás tú Clarín!

sábado, 10 de julio de 2010

Para los nietos de los abuelos

Parece que este año las abuelas y abuelos de la gente que más quiero se han empeñado en dejarnos un vacío enorme a todos. Este post se lo dedico a esas personas con todo mi cariño y una lagrimita que soy incapaz de contener.


La Historia
Emilio escribía historia, que no historias. Le apasionaba tanto que había escrito muchísimos libros que nunca salieron del cajón de su escritorio, salvo para enseñárselos a su nieta cuando llegaba del cole a comer.
De tanto escribir sobre historia, se le fue borrando poco a poco la suya hasta que en su memoria solo quedaron un montón de hojas en blanco.
Ahora sus libros forman parte por sí mismos de otra historia, la historia de las mujeres de su vida: su mujer, su hija y su nieta.
_Para Miri_

Con nombre propio
No recuerdo haberlos conocido en persona pero, de no ser por ellos, jamás hubiera escuchado una de las respuestas más bonitas que me han dado jamás.
A pesar de que nacieron a principios del siglo pasado, él forma parte de mi correo electrónico y ella pone nombre a muchos de los personajes con los que cuento historias en este blog.
Me gusta imaginar que él quiso irse primero para preparar el nuevo hogar ante la inminente llegada de ella.
Seguro que estos días han sacado dos sillas para ver al San Cristóbal desde lo alto de los tejados blancos de cemento.
_Para Dani_

Monte Agudo
Cuando se convirtió en bisabuela sufrió una metamorfosis de espíritu y pasó a ser una biznieta más en la casa y, a su edad, estaba en todo el derecho.
Quería acabar el camino en Monte Agudo porque aunque no le quedaba otra que vivir en el valle, ella era de montaña.
Su nieta sabe mucho de levantarse y de ser fuerte, confío en que nunca le falle esa fortaleza y siga subiendo al monte a encontrarse con su abuela.
_Para Eva_

La pastora andaluza
No era fácil guiar a un rebaño entero de ovejas blancas e inmaculadas. Ella lo hacía con férrea dulzura.
Cuando apareció la oveja negra, ella fue la primera en ver lo blanca y pura que era en realidad, yo creo que se convirtió en su preferida.
Le faltó el corazón pero supo llenar el marcapasos con todo el amor que tenía y el titanio que le corría entre los huesos la hizo aún más fuerte para seguir.
Pero ya no puede ser más pastora y ahora sus ovejas, tumbadas a sus pies esperan con tristeza, sin saber cómo van a seguir el camino, ahora que su madre va ser parte de un rebaño aún mayor.
_Para Ale_

martes, 22 de junio de 2010

Disertación de un solsticio de verano


Primero hay que recordar.
Repasar todos y cada uno de los instantes minuciosamente. Escudriñando cada rincón de cada palabra dicha en cada instante concreto y darle vueltas a los contextos, cada cual más extraño… o surrealista, como diría una que yo me sé. Mirar una y otra vez al microscopio, una por una, todas esas acciones y reacciones con sus causas y efectos. Examinando daños colaterales y bajas propias. Repasar las alternativas que hubo y fueron desechadas. Disecciones retrospectivas que me sirven para hacer un vago boceto de quién pretende ser.

Después imaginar.
Llenar todos los huecos vacíos a base de suposiciones, deducciones e ilusiones. Adornando el antes mencionado boceto con un montón de recortes de revistas, con trocitos de diálogo de película, con un toque de cada cosa que me gusta y montar un teatrito de almohada y lagrimón que llene esos instantes de duermevela al parecer inevitables cuando aunas aburrimiento y soledad.

Luego espiar.
Descubrir desde el rincón más insospechado, que la realidad es clara y cruda. Cuando ves en su hábitat al sujeto, sin coacciones conductistas, puede llenarte de admiración en un primer instante para luego desembocar en la absoluta decepción. Todo ese diletantismo pseudobohemio que te recuerda que prefieres la pintura a la fotografía.

Por último concluir.
Al fin y al cabo, lo emocionante es el camino, la superación de obstáculos, la persecución, la caza. Lo que excita, encoleriza, alegra y desespera. Lo que te hace sentir la sangre correr por las venas. Por eso es bueno que me recuerden de vez en cuando que ya pagué más de una vez el precio, solo que no acabé montando un pura sangre, sino que he de conformarme con colgar un trofeo en la pared.

Lástima.

domingo, 13 de junio de 2010

Cosas por hacer


—Me paso todo el día en la oficina, salgo temprano del apartamento y vuelvo tarde. Cuando llega el viernes por la tarde cojo un tren y me voy a la venta. Me quito la puta camisa que aun no he aprendido a planchar del todo bien, cojo la bici y me voy a dar un paseo. Desde hace un tiempo me da por plantar árboles y algunas verduras.

—Ya me habías contado.

—Bueno, pues tras la última enajenación mental, aquel viernes que por fin me atreví a decirle a Jimena que creía que quizá podría haber algo y, tras su excusa estúpida de que acababa de salir de una relación, me compré una desbrozadora.

—Madre mía Jesús… ¿Una desbrozadora?

—Ya lo sé, debería haber nacido treinta años antes…

—No es eso, es que no puedes estar siempre en tu refugio, tienes que dejar que sucedan cosas, aunque no sean de tu agrado.

—Es sólo que nunca encuentro el valor suficiente para hacer lo que quiero, pienso demasiado y al final, no sé si las decisiones que tomo son correctas. Además no estoy dispuesto a renunciar a lo que me gusta, ni a hacer todas esas cosas insustanciales que se supone debo hacer, o haber hecho ya a mi edad. Y qué quieres que te diga, quizá ya sea tarde para empezar.

— ¡Eso nunca! Nunca es tarde. Además, yo te voy a ayudar. Pídeme lo que quieras, empecemos por el principio. ¿Qué te gustaría hacer?

_Volver a aquel septiembre sin televisión.

Para el 8 de San Cosme

viernes, 11 de junio de 2010

Inabarcable


El pelo se le pegó a la espalda cuando salió del agua, oscuro y serpenteante se le escurrió camino abajo hasta formar un pequeño charco en la piedra. Se sentó al borde y comenzó a llenar la superficie líquida de onditas con los movimientos de sus pies. Se quedó así un rato, abrasada por el sol de mediodía, absorta en sus pensamientos… “Es inabarcable como las arenas del desierto” se repetía una y otra vez. Entonces se volvió a tirar al agua. Llevaba todo el día tratando de apagar la idea de pedirle que viniese.

lunes, 17 de mayo de 2010

Amanecer a la japonesa

.

Ariasu había programado una alarma en su teléfono móvil para que sonase exactamente a las 9:10 am.

Esto venía sucediendo desde que el reloj despertador tuvo que asumir las funciones de reloj de cocina, justo en el instante en el que el propio reloj de microondas, que previamente ocupaba el cargo, se tomase la jubilación tras las explosiones sucedidas en dicho aparato una noche que su compañera Himeko calentaba la cena.

Las dos japonesas habían llegado a España con una beca para aprender flamenco, aunque la realidad era que querían aprender a hacer paellas para montar un restaurante especializado en Okinawa.

El caso es que en mitad de un sueño retrospectivo lleno de agradables novedades, comenzaron los Tres Tenores a cantarle el Nessun Dorma a Ariasu casi al oído, sacándola así del mundo onírico en el que se encontraba.

Se desperezaba con los ojos casi sin abrir mientras recorría los pocos pasos que la separaban de la ventana de su habitación, preparándose en cierto modo para el impacto solar que recibirían cuando subiese la persiana, pero ¡sorpresa! A pesar de estar el día completamente despejado, el sol aún no había ni asomado.

Confundida, llegó a la cocina, donde se sorprendió también al ver que Himeko todavía tenía la puerta de su habitación cerrada, ya que ella solía levantarse muy temprano para ir a correr y acostumbraba a dejar puerta y ventana abiertas para ventilar el cuarto.

Mientras preparaba el desayuno comenzó a elucubrar sobre las causas de estos desajustes horarios:

Quizá esa mañana Himeko se encontrase mal, o estaría cansada, o habría pasado la noche en vela, o no querría ventilar... ¡o quizá tenía compañía! No, eso sería bastante improbable... Así que siguió pensando sobre el hecho de que no hubiese salido el sol aún.

Cuando llegó a España, en su habitación amanecía alrededor de las 8:30 y, la última vez que se fijó en esto, lo hacía a las 7:50 aproximadamente, así que dedujo que quizá la rotación y la traslación en consonancia con la montaña que había cerca de su casa y los árboles del jardín hacían que, de pronto, a las 9 de la mañana, no hubiese ni rastro de sol.

Estaba tan inmersa en sus cavilaciones que no se acordó de que el microondas no funcionaba, así que al meter la taza dentro se sintió estúpida, la sacó y, justo cuando estaba vertiendo el contenido en un cazo para llevarlo al fuego, se giró rápidamente para mirar su despertador que la observaba burlón desde lo alto del inservible microondas. Marcaba las 7:07.

Resultó que, efectivamente, había programado una alarma para las 9:10, pero no había desactivado la que ya estaba para las 7:00.

¿Y por qué había puesto una alarma tan temprano un lunes, si no tenía clase hasta las 10:30?

No tenía ni idea.

domingo, 11 de abril de 2010

Un extraño sueño


Se metió en un hotel que había en la plaza. Como si tuviera habitación, subió y recorrió las plantas con toda la serenidad que pudo. Necesitaba una ducha....
Se metió en el spa, se quitó la mugre, robó un par de toallas y se envolvió en ellas el cuerpo y el cabello. Salió de allí dejando la ropa oculta en un rincón. Al salir vio un revuelo en el pasillo, debían de estar buscándola. Al asomarse a las escaleras vio a su compañera, que al parecer había logrado escapar, haciéndole gestos desde la planta de abajo. Había encontrado una habitación abierta que debía de pertenecer a una familia porque había juguetes y una enorme bolsa de pañales encima de la mesa. Se vistieron con lo que allí encontraron y salieron pitando. Cuando bajaban al hall se cruzaron con la familia a la que habían sustraído la ropa, lo dedujeron porque la mujer se les quedó mirando como quien reconoce su falda y no acaba de creer que la lleve otra persona. La señora avisó a seguridad y ellas echaron a correr, no sabían hacia donde, pero al salir a la plaza de nuevo, vieron que los turistas se encaramaban a los coches de caballos en marcha. Ellas hicieron lo mismo, tuvieron la suerte de subirse a uno repleto de jóvenes y apuestos italianos vestidos de etiqueta que las sujetaron por la cintura para que no se cayesen. Cuando lograron meterse dentro del coche ella se remangó la falda y se quitó la camisa. Uno de los jóvenes le dio la suya y se la ató con un nudo. La policía paró el coche y detuvo a su compañera, a ella ni la miraron. Se bajó del coche en la siguiente plaza. Y entonces uno de los perros se abalanzó sobre ella, pero en vez de transformarse en una especie de colacuerno, solo la lamió. Los policías se disculparon y ella fue a esconderse dentro de un contenedor de basura amarillo. Cuando el ambiente parecía calmado, salió de nuevo a la calle y se metió en un hotel que había en la plaza. Como si tuviera habitación, subió y recorrió las plantas con toda la serenidad que pudo, necesitaba una ducha...

jueves, 8 de abril de 2010

TicTac


Cuando me disponía a dormir y, tras apoyar la cabeza sobre una mano, escuché a mi minúsculo reloj de cuerda.
Estaba frenético: ¡TICTAC-TICTAC-TICTAC-TICTAC!
Como un galope metálico incesante.
Era tan pequeño mi reloj e iba tan rápido que pensé, fíjate que tontería, ¡que se iba a cansar el pobre!
Luego recordé que era un reloj de cuerda: Cuando yo me levantara por la mañana llena de energía, él dormiría plácidamente.

sábado, 20 de marzo de 2010

Codicia


“Mantened abiertos los ojos y guardaos de toda suerte de codicia, porque hasta cuando uno tiene en abundancia, su vida no resulta de las cosas que posee.”

Esa vehemencia insaciable con la que me acuesto cada noche y me levanto cada mañana,
esas ganas de más.
Ese ansia ilimitada que me llena la cabeza.
Si guardase un céntimo cada vez... tendría un lustro de monedas,
pero solo guardo lo que puedo,
así que tengo un lustro de ilusiones,
un lustro de palabras que nunca oí y experiencias que no viví,
un lustro de sonrisas que no nacieron,
un lustro de migajas guardadas junto a un indefinible peluche amarillo y polvoriento.
Tan vulgar...
Mi tesoro es de humo, de viento, de polvo, de hoja seca, de arena de duna, voluble, intangible.
Triste.
Mi tesoro es lo que no tengo.
Mi codicia será voraz y perpetua.
Mi pecado es no olvidar.

sábado, 6 de marzo de 2010

Nueva Luna



¿Será casualidad que la luna llena siempre esté presente?
Iluminando las piedras de la cuesta más dura de subir, la que siempre subo sola ―sin mirar atrás porque sé que no servirá de nada―, con los tacones en una mano, el corazón en la otra y una lágrima agridulce resbalándome hasta las rodillas, que más bajo ya no puede caer...
La próxima luna llena, no estaré allí.

NO (Shakira)

viernes, 5 de marzo de 2010

Sopor


Una vela titilando en la mesilla,
haciendo bailar llamas de colores
dentro de un vaso de agua...
Los párpados se cierran...
Las sábanas suaves,
el sopor...
La embriaguez...
La quietud....
Los parpados se cierran...
La vela se muere,
el agua se apaga...
Que nadie me despierte.
Hoy solo quiero soñar con gatos y mariposas
y que se vayan las lágrimas.


viernes, 26 de febrero de 2010

Fragor


La misión de los desamparados era seguir el camino marcado a pesar de la adversidad y sin protección alguna.
Así, desarmados y sin más defensa que su valentía, caminaron hacia la luz que los guiaba sin temor de lo que vendría.
Sólo un leve temblor en la mano derecha delataba su humanidad.
Con ímpetu y fuerza arremetieron sin a penas parpadear.
Ahora, sólo se ve una gran nube de polvo y se oyen los gritos desgarradores de la batalla.

martes, 23 de febrero de 2010

Espina


Voy a deshacerme de una espina clavada.
Una encarnada, infectante y purulenta,
una que me duele ya desde hace demasiado,
una que me empeño en hender más cada día
con la esperanza de que se me cuele dentro del cuerpo,
se pierda en mis entrañas, sucumba
y ya no sepa salir de mi.
Pero me agoté.
Ya no quiero cilicios ni piedras en el zapato,
ni más flagelo estúpido e innecesario.
Ahora he abierto los ojos.
Con toda la pena de mi alma,
que se ha muerto un poquito, te digo:
Espinita, ¡ADIOS!

jueves, 18 de febrero de 2010

Black out


No había nada que le moviese la mano esta vez, ni ira, ni frustración, ni angustia, ni anhelo... Sólo la obligación para consigo quizá, pero no era suficiente.
Tras buscar la inspiración mirando por la ventana y escuchando un par de canciones tristes se dio cuenta de que aquello tampoco funcionaba. Le dio un repaso al diccionario sin éxito alguno. Rebuscó en textos viejos, en traducciones, escudriñó en su estómago y en sus pulmones. Nada.
Estaba yerma de cosas que contar o, al menos, de cosas que compartir. No tenía cuentos, ni metáforas, ni ganas siquiera de inventar.
Llevaba ya varias semanas sufriendo la falta de inspiración. Intentar escribir algo, lo que fuese, se había convertido en un vertedero de tiempo, así que dio el último sorbo a su taza de café, que ya se había quedado frío a esas alturas y decidió irse corriendo de aquel lugar cuyo hedor le era incómodamente familiar.

lunes, 25 de enero de 2010

Las Cuatro Guerras

JOSÉ

Tenía a penas 10 años cuando nos sacaron de casa a rastras, a mi y a mi madre, dos Guardia Civiles. Esa mañana habían llegado al pueblo y se habían llevado a la cárcel a muchos, de mi casa no habían apresado a nadie, pero ahora se nos llevaban al monte y yo no sabía por qué.

Mi madre no dejaba de llorar en todo el camino, pero yo no. Decía que la llevaran a ella sola, que me dejaran en casa, pero yo le decía que no se preocupara. Era el único de los hermanos que quedaba en casa, el pequeño, los demás habían marchado a Francia hacía poco y mi hermana cogió un barco para América, así que la familia se había reducido a mis padres y yo, y esa mañana mi padre había marchado temprano con las vacas. Ojalá hubiéramos ido mamá y yo con él, porque lo que pasó después no se me olvidó en toda la vida.

Los guardias no dejaban de preguntarle a mi madre “¿Dónde están?” ¿Dónde estaban quiénes? ¿Las vacas?, me preguntaba yo. ¡Las vacas no estaban por allí! A muchos del pueblo les habían robado los animales y todo lo demás y se los habían llevado a la cárcel... ¡Pero nosotros no habíamos hecho nada!

Entonces nos paramos al pié de un robledal y me tiraron al suelo. Mi madre seguía llorando. ¡¿Dónde están?! Le gritaban. Ella decía que no sabía. Entonces me apuntaron a la cabeza con una pistola y mi madre empezó a gritar ¡No!¡No!¡Mi hijo!
No soy capaz de acordarme de cuanto duró aquello. Después dispararon al aire y se oyó ruido por el monte. Los guardias echaron a correr por el medio del robledal y nos dejaron allí.

Cuando pasó el tiempo lo entendí todo. Sólo tres de mis hermanos consiguieron llegar a Francia, los otros dos acabaron en una fosa común.
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ANTONIO
Estaba haciendo la mili cuando me llamaron a filas. Pedí un permiso para despedirme de mi familia y volví a casa. Cuando llegué le dije a mi madre que me llevara una bolsa con ropa y otras cosas al huerto que teníamos a las afueras del pueblo, que al día siguiente me iban a ir a buscar pero yo no les iba a dar tiempo de que me obligaran a pegarles tiros a mis vecinos y amigos. Que cuando llegaran dijera que yo no había regresado a casa.

Cuando oscureció salí hacia el huerto, cogí las cosas que me había dejado escondidas mi madre y me fui. Cogí el primer tren que pasó. Iba a Zaragoza.
Entré en un bar con un hambre de lobo y se me notaba el miedo en la cara. Una mujer que había allí, nada más verme me dijo “Vámonos de aquí” mirando de reojo a la otra punta del bar donde había una pareja de guardias. Yo la seguí.

Me llevó a su casa. No me hizo falta contarle lo que pasaba. Dijo que me hiciera el tonto mientras estuviera en Zaragoza y me puso a trabajar de peón con un amigo suyo. Dormía en el sofá de su casa y pronto me di cuenta de cómo se ganaba ella la vida. Hay mucha gente buena en el mundo que nunca va a ser valorada como se merece.
Un día yendo al tajo me paró un guardia y me dijo que fuera con él. Se había acabado.

Me esperaba el paredón o la Legión... A la semana estaba en el Riffien, fue la primera vez que cogí un barco.

Pero no se me olvidó lo que me dijo aquella mujer. Me hice el tonto todo lo que pude. Llevé muchos palos, hasta que me dijeron ¿¡Tú que cojones sabes hacer!? Y así fue como me convertí en el cocinero del cuartel.

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ARGENTINA

Un día se formó mucho jaleo en casa, yo estaba preparando las ovejas para llevarlas a pastar pero mi madre dijo que metiera mi ropa en un morral. Los guardias nos llevaron a un montón de gente del pueblo a la cárcel, yo era muy pequeña y casi no me acuerdo.

Lo que no se me olvidará son mis galochas. Me las habían regalado hace poco porque las otras me quedaban pequeñas y eran nuevas, por fin tenía unas nuevas y no de mis hermanos. El caso es que antes de entrar en la celda nos obligaron a dejar todas las cosas y descalzarnos. Yo veía el montón de galochas y pensaba que no iba a reconocer las mía cuando saliera, porque daba por hecho que al ver los guardias que éramos gente buena nos dejarían volver para casa.

Pasamos allí unos días y casi no nos daban de comer. Poco a poco fueron sacando a la gente y los primeros que salían se iban llevando las mejores galochas. Cuando nos tocó a mi y a mi familia quedaban las más viejas y estropeadas. Pero al menos íbamos a volver a casa.

Nos metieron en un coche muy grande y yo me dormí. Cuando por fin llegamos y nos bajaron, no entendía nada. No estábamos en casa. Nos habían llevado a Mozoncillo, que se vé que era un pueblo de Segovia que estaba muy lejos del mío. Allí nos metieron a toda mi familia en una casa muy pequeña y distinta a la mía y nos dieron una cartilla con la que nos iban a dar para comer.

Al principio pasábamos mucha hambre, pero luego se nos acostumbró el estómago al tamaño de la olla.
Lo único bueno que recuerdo de todo aquello fue que cuando volvimos al pueblo, yo ya sabía leer.

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DELFINA

Cuando empezó el revuelo de la guerra mi madre me metió en un coche y me mandó a Barcelona con mi hermana. Allí teníamos una tía. Cuando llegué y vi tanta gente y casas tan altas fue increible, pero lo que de verdad me impresionó fue el mar. ¡Era tanta agua junta! Era más agua que cuando el río venía grande después del deshielo.

En aquella ciudad tan grande pasé más hambre de la que había pasado jamás en el pueblo, trabajaba en una casa de ricos limpiando, pero no me daban casi de comer. Menos mal que mi tía nos metía un puñado de avellanas en el bolsillo a mi hermana y a mi. La pobre tampoco podía darnos mucho más y, lo que ganábamos tampoco nos daba para más que malvivir.

Lo bueno de Barcelona era que estaba con mi hermana y que veía cosas muy bonitas, y vestidos preciosos y mi tía, cuando cumplí 18, me regaló un lápiz de labios. A veces íbamos al baile. Allí conocí a un militar, era muy guapo y me quería dar a beber Calisay, pero yo no quería. A mi hermana no le hacía gracia que bailara tanto con él, pero a mi me gustaba un poco. Un día tuvo que irse y me prometió escribir. Me llegaron un par de cartas, pero luego ya no vinieron más. Un amigo suyo me dijo que lo habían matado.

Antes de volver al pueblo me compré una botella de Calisay y las noches que estaba muy triste bebía un sorbito.

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Dedicado a mis abuelos y abuelas, a quienes tuve la suerte de escuchar estas historias.

La mejor herencia, la que me dejasteis en la cabeza y el corazón.

NOTA: Las imágenes pertenecen a mi familia, ruego no hacer uso de ellas.

lunes, 4 de enero de 2010

El Ácido


Qué más da si rezo o si escribo,
ni siquiera atiendo a razones.
Qué importa si aplasto mi corazón
para extraerle todo el ácido.
De nada sirve ya llorar ni implorar,
Vivo del veneno que aun me queda.
Qué puedo hacer sino seguir adelante.
Porque aunque muera cada noche,
o me mate, o me pierda o me encuentren...
aunque el sueño me abandone
y el sol se olvide de mi.
Tras la persiana seguirá brillando un nuevo día.