martes, 13 de noviembre de 2012

Uno... dos... tres!


“Está bien, me has convencido […] Vamos a temblar.” (N.R.) 


Para rodar una escena perfecta de película, primero se elige el escenario:

—Qué te parece una estación en hora punta, gente con prisas, maletines, ¡din, don, dan!

— ¿Segura? ¿Y un viaje en coche? ventanillas bajadas, música a todo trapo…

—No sé. Igual algo más tranqui, como un banco apartado en un parquecito solitario con fuentes llenas de peces, árboles y pájaros. Al atardecer…

—Si va a ser en ese plan, mejor una mañana en medio del bosque, con todo verde y ardillas. Sentados, yo qué sé, en un alcornoque.

— ¡Oooh, oooo…! ¡Unas grutas escavadas en la roca! O un precipicio. No, un puerto pequeñito.

—Qué cansina con el mar (el mar, el mar), si tú eres de interior. ¿Y en un restaurante?

—Ay, no sé. ¿Con chimenea?

—Qué cursi la chimenea… ¿Una cocina no te vale? Encendemos un fogón… ¡jajaja!

—Vale. Una cocina

— ¿Sí?

—Sí

Luego hay que ponerle banda sonora:

— ¡Una canción de Édith Piaf!

— ¡Qué dices! No, no, no. Sonido ambiental de ciudad. Los niños en el patio del colegio, los coches, los pájaros, un claxon, una cafetera...

— ¿Niños y cláxones? Claaaaro… No. Si va a ser ambiental, entonces que suene oleaje y gaviotas.

—Ya estamos… Y unos violines también, ¿no? Va, que sea una canción. Pero en francés no

—Ni de Metallica

—Si total no nos funcionan los CD’s, no sé que música vamos a encontrar…

—Pues la cantamos, no hay problema

— ¿Carmiña Vacaloura?

— ¡Jajaja! ¡Si no te la sabes! Carmiña para un thriller psicológico

—Pfffff. Si es que todo es tan jodidamente relativo….

— ¡Esa!

Y por fin decidir qué harán los personajes.

—Pero, un momento hombre, ¿quiénes van a ser los personajes?

—Yo daba por hecho que nosotros

—Tío, eso es tan poco original…

—No me llames tío… En una cocina ¿a quién quieres meter si no?

—Me refiero a que puede ser más metafórico, en plan una conversación entre un tomate y una botella de aceite.

—Sí… Un coloquio entre negrillas, camagrocs y níscalos… jajaja

—Oye, pues es una idea. Pero aunque sea una cocina, no tienen por qué ser alimentos

— ¿Y estás segura de que te convence lo de la cocina?

—Sí, sí, sí

— ¿Y porqué no tú y yo? y te dejas de metáforas…

—Vaaaaale

Ahora sí, hay que decidir qué harán nuestros dos personajes, en una cocina, mientras cantan “Todo es tan jodidamente relativo”

— ¿Haces la cuenta atrás?

—Sí. A la de tres: Uno, dooo

—Espera, espera. ¿Uno, dos y a la de tres? o ¿uno, dos, tres, ya?

—Uno, dos y a la de tres

—Vale

—Uno, dooo

—Espera, espera ¿ésta ya es la definitiva, o es la de prueba?

—La definitiva

—Vale

—Uno, dos….

Y dijeron a la vez:

— ¡BAILAR!