miércoles, 6 de noviembre de 2013

Buenas noches días


A media noche, justo cuando estaba a punto de quedarme dormida, me di cuenta de que estaba amaneciendo. Abrí los ojos y te vi junto a la ventana contemplando cómo salía el sol. Yo tenía una luna diminuta apenas comenzando a crecer en un cielo como la pez y tú me enseñabas un sol espléndido dorando el río de las perlas.

Mi día a penas terminaba y el tuyo ya comenzaba de nuevo, como si quisieras hacer que el mundo girase más deprisa para que llegase antes el amanecer para mí, para que me llegase el sol de una vez y me tocara despertar…

Buenas noches días. Buenas tardes noches.


lunes, 29 de julio de 2013

Hay que ser valientes



Últimamente no he tenido tiempo ni para morderme las uñas, como quien dice. Demasiadas cosas que hacer, demasiadas cosas en la cabeza y demasiadas cosas sucediendo a mi alrededor como para prestar atención a todo. Ayer por fin tuve un momento para pensar. El verano para mi comienza con incertidumbre, planes y retos que afrontar, pero mirando un poco alrededor, este año muchas cosas han sucedido y están sucediendo. Diría que es un año transcendental, de esos de dar un paso adelante y crecer. De ser valientes.

La semana pasada vino al mundo Naroa, la primera hija de una amiga, en unos meses llegará una “palleiriña” también y eso te hace pensar mucho. Ya no somos niñas que jugamos con muñecas, aunque a veces aún veamos eso más cerca que el llevar a los retoños a la guardería… Dicen que la adolescencia es dura, pero yo creo que el acercarse a la treintena es una etapa más complicada a nivel mental. Supongo que es cuando de verdad tienes que ser ya una persona adulta y no se te permiten tantas licencias de juventud.

Por otro lado, el golpe que han sufrido los gallegos con el accidente de tren también hace reflexionar a uno sobre cómo la vida se puede escurrir en un instante y todos los planes a corto o largo plazo se esfuman y con ellos viene la tristeza en el alma de los que se quedan. Escribía esto al respecto hace dos días:

“Gente como cualquiera, como yo cuando cojo el bus para ir a mi casa, después de un año duro, vas a casa por vacaciones o aprovechas el puente para ver a los tuyos, y no vas por carretera, vas en tren o en bus, ¡que nunca pasa nada! y encima estás llegando a la estación, te levantas ya a por la maleta, porque tienes ganas de salir el primero y ver a quien te ha ido a buscar y tienes cincuenta planes para ese fin de semana, o para esas vacaciones y estás feliz porque vas a pasar unos días con los tuyos, lejos de la universidad, o del curro, o de una ciudad que no huele a naturaleza... y de pronto estás muerto. Y se acabó todo.”

Pues antes de que se acabe todo, ¡habrá que empezar todos los planes que se puedan! Y vivir un verano especial, para empezar una nueva etapa maravillosa.



Feliz verano a todos e una lágrimiña de lembranza e una aperta agarimosa a todos os galegos.


jueves, 13 de junio de 2013

Conflicto filosófico: ¿Y tú qué opinas?

“Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión”.
Artículo 19 de la Declaración Universal de Derechos Humanos.



Las impresiones se generan de repente, puede que de forma subjetiva y, cuando estas impresiones son negativas o de reprobación y se comparten, se dice que son prejuicios, críticas en el mal sentido, desprecios y que no se tiene derecho a dar esa opinión sin fundamentos, mal informada o quizá preconcebida, porque es una falta de respeto, de educación, de objetividad (evidentemente si es subjetiva difícilmente va a ser objetiva) y denota falta de inteligencia social. O al menos eso es lo que me han dicho.

Yo pienso que, más que lo que se diga u opine, debería tenerse en cuenta la actitud e inquietud al respecto.

Una impresión al respecto de una acción, actitud, sujeto u objeto, sea cual fuere, cuando decide ser compartida, no como un juicio tajante, sino como una oportunidad de debate y aprendizaje, no debe ser desestimada y mucho menos se debe negar legitimidad de expresión a la persona que comparte su pensamiento pues, si bien su percepción de un asunto pudiera estar errada o tener un enfoque negativo, está en manos del interlocutor proporcionar un contrapunto y mantener así un diálogo constructivo, ya que por algún motivo se le habrá confiado esa opinión.

Se dice que si no se tiene nada bueno que decir es mejor callarse. Y que es mejor no hablar de lo que no se sabe. Hablar por hablar nunca es bueno… Que hay que informarse antes de emitir juicios. En mi opinión, si es que se me permite tener una, estos son buenos consejos cuando uno se enfrenta a juicios absolutos que no atienden a razonamientos, cuando se hiere conscientemente o con saña la sensibilidad de alguien o se le tacha de algo sin fundamentos o a sus espaldas, cuando uno no se baja de la burra a pesar de que se le demuestre su error. Si no, me parece que sólo es un pobre argumento para cerrar bocas que dicen cosas que no nos gustan o reprobar actitudes que nos desagradan en un momento concreto.

Pero permitidme que las cosas me den impresiones y sensaciones y las perciba como me nazca, permitidme que me guste o me disguste algo solo porque sí, dejadme decir lo que pienso del calor cuando estoy harta de sudar, aunque luego en invierno piense lo contrario.

He aprendido algunas cosas últimamente. Sobre todo que las cosas negativas a nadie le gusta oírlas, sobre todo cuando son sobre sus seres queridos, cuando la otra persona tiene entre manos una labor más importante que la conversación, cuando está nerviosa, alterada, hambrienta o somnolienta, cuando no coincide con su punto de vista o cuando le da más importancia a la forma que al fondo.

Pero sobre todo, he aprendido que mi opinión puede cambiar pero que, sea cual sea y por el motivo que sea, no es irrelevante, despreciable ni carente de valor, ni ella ni mi persona. Que tengo todo el derecho a dar mi opinión. Sólo debo discernir mejor cómo y con quién compartirla. Y sobre eso no pienso cambiar de parecer.


lunes, 6 de mayo de 2013

Tu i jo volavem, pasiño a pasiño.




No es lo mismo amar que querer.

No es lo mismo tener algo que saber que lo tienes, aunque no esté.

No es lo mismo, por mucho que se empeñen los anglosajones, el estar y el ser.

Porque no es lo mismo estar guapo que serlo.

No es lo mismo estar atento que serlo.

No es lo mismo estar feliz que serlo.

Y precisamente ahí, en la felicidad, de la que se ha dicho que no es meta sino camino, es donde más soy, aunque no esté siempre.

Ser feliz es cuando, a pesar de las dificultades, las trabas, las ausencias, las carencias y los impedimentos, basta con un recuerdo, un pensamiento o un deseo para sonreír y saber que eres feliz.


domingo, 7 de abril de 2013

Semana Santa'13: Agua para todos

Foto de J.Lamas: Garelo da Fervencia (marzo'13, Canteixeira)

Viernes antes: En un visto y no visto, dormida como un Lechoncito, pasé del sol a ratos a la lluvia finita y constante de toda la vida, así se hace más fácil saber que está uno en casa.

Sábado antes: Abrir la ventana y que huela a carbón, subir a por olivo y que huela a laurel, ver crecer el río y las cañaveiras, cenar hasta no poder más y probar las primeras limonadas en la mejor compañía.

Domingo de Ramos: No podía faltar la misa eterna con su recaudación para la calefacción de cada año. Como novedad subimos a ver como las aguas dieron un zarpazo a la "Caborca da Osa" y transformaron al Garelo en las Cataratas da Fervencia.

Lunes santo: Chapotear cual niñas, disfrazarnos, dormir la siesta, contar cuentos, pintarnos los labios de rojo chupachups... qué importan 23 años de diferencia cuando somos "Reinas del otro Lao"

Martes santo: Con la llovizna incesante tocó ejercer de ama de casa, repostera y ahijada sobre ruedas. Cada día se confirma que mis manías colocando la compra son heredadas y hay que celebrarlo como si España le hubiera ganado a Francia.

Miércoles santo: No hay nada mejor para sentirse... adulta... que hacer de niñera y acudir al teatro a ver a prepúberes danzando, vigilados por caras conocidas con alguna cana de más. Faltaron una ceja levantada y se cayó una lágrima por un chirimbolo de bádminton que levantó el vuelo para siempre, para bailar sevillanas y hacernos correr y cuidarnos arriba como nos cuidaba abajo.

Jueves santo: Los limpiaparabrisas asombrados, un nudo en el estómago, unos enamorados en el parque, café con mamá, cincuenta álbumes de fotos y una habitación con vista al río Burbia. Grifos, botelo, androlla, chorizos, cachelos, tiramisú, limonadas, buscar piedras, una siesta, más limonadas, encuentros, reencuentros, unas limonadas más, mucho trabajo, surrealismos que no podían faltar y a pelear con un amanecer tormentoso para acabar acurrucada al fin.

Viernes santo: Amaneció a medio día, me comí sola el pulpo y el marrón, pero mereció la pena. Lavamos las camisas a mano porque las mojamos de nomeacuerdos. La noche se llenó de mininazarenas, encuentros eclesiásticos con música de fondo, mucho sueño y papitos zen rockeros entre chupitos de chocolate y típicas fotos de viernes.

Sábado santo: Firmar la paz con cordero y torrijas. Visitar las goteras de San Francisco y hacer una buena ronda pasada por agua, con buena música, historias de osos, regalitos y final apoteósico cutre ochentero en un escenario de película que, de no haber existido hace muchos años atrás, puede que ni yo hubiese nacido.

Domingo de resurrección: El sol da una tregua para ver la única procesión, debatir sobre cómo educar a los niños en la misma mesa donde nos comimos la croqueta aquella del verano, ver búfalos, avutardas, cernícalos y buitres negros, comernos un panecillo, decir adiós y regresar a casa triste bajo un cielo amenazante de diluvio. Y llovió... y ya no paró.

Lunes de Pascua: Un día gris, esperando a que se acabase, llenando maletas de recuerdos surrealistas como cada año, se hace corto, se hace doloroso, se hace indispensable. Y la presa arrastra un tronco que se detiene en el banzao, revientan las fuentes y se inundan los campos de Castilla cuando nos ven marchar.

Chapotear en los charcos


Y aquellas palabras acostumbradas a quemar, de pronto, se derriten entre los dedos templados del tiempo _¡Manos arriba! Asalto a las seis..._ se escurren por las muñecas de cuero, resbalan como el último trago de la enésima copa y acaban en un charco salado en el suelo.

Ni piedras, ni cuestas, ni escaleras, ni relojes, ni llaves...

Las quemaduras del hielo son difíciles de curar, pero finalmente lo hacen. Marchando sola, soportando la tormenta y volviéndose a marchar... allí donde mejor se está: hecha un ovillo de lágrimas de miedo y felicidad.

jueves, 7 de marzo de 2013

Volver....

Olivia Ruiz ha vuelto con un nuevo disco "Le calme et la tempête" (La calma y la tempestad), lanzado el 27 de enero de este 2013.
Son 15 canciones mayoritariamente en francés, aunque se le escapa el español en "Volver" y "La llorona", canción en la que colaboran Didier y Anthony Blanc, su padre y hermano respectivamente.
También se cuela el inglés en "Ironic Rainbow" y "Crazy Christmas".
El primer single es "My Lomo and me" que no, no es en inglés, pero yo he preferido traduciros... VOLVER



LETRA:

Cette nuit je sors pour te sourire
cette nuit j'ai empaqueté ma joie pour te l'offrir
J'arrache le ciel pour que tu me vois
Je grimpe sur une échelle
Allez! Attrape donc mes doigts.

Je sais que tu es coincé là
Je me blottie dans les nuages
Comme si j'étais dans tes bras

Volver, volver, quiero volver
Volver, quiero volver contigo
Quiero volar contigo

J'avance pour que tu sois fier de moi
J'avance je n'ai plus peur quand tu n'es pas là
Je rêves que tu sais comme je me bats
Je rêve que tu es heureux quand tu penses à moi
Je sens que tu me suis pas à pas
Je sens que tu m'entends que tu me vois

Volver, volver, quiero volver
Volver, quiero volver contigo
Quiero volar contigo

Cette nuit je souris pour toi et les anges
Cette nuit la lune brille, comme c'est étrange



Volver, volver, quiero volver
Volver, quiero volver contigo
Quiero volar contigo


TRADUCCIÓN  (de andar por casa):

Esta noche salgo para sonreírte
Esta noche he empaquetado mi alegría para ofrecértela
Rompo el cielo para que me veas
Me subo en una escalera
Vamos! Píllame pues por los dedos

Sé que estás atrapado allí
Me acurruqué en las nubes
Como si estuviera en tus brazos

Volver, volver, quiero volver
Volver, quiero volver contigo
Quiero volar contigo

Avanzo para que estés orgulloso de mí
Avanzo, ya no tengo miedo cuando no estás ahí
Sueño que sabes cómo lucho
Sueño que eres feliz cuando piensa en mí
Siento que me sigues paso a paso
Siento que me entiendes, que me ves

Volver, volver, quiero volver
Volver, quiero volver contigo
Quiero volar contigo

Esta noche sonrío para ti y los ángeles
Esta noche la luna brilla, qué curioso

Volver, volver, quiero volver
Volver, quiero volver contigo
Quiero volar contigo


viernes, 11 de enero de 2013

De Musas y Cenas



Estoy tremendamente molesta con mi musa.

He estado releyendo papeles antiguos y relatos que nunca llegué a publicar y son una gozada. Llenos de locura, amargura, desesperación y pena. Eran, de esos que me salen con “una prosa poética que mola un montón” —como diría Kiram. Y son relatos sin metáforas, de los que se entienden bien, de los que me salían como churros. Vamos, que a mi me gustan.

Pero claro, la dichosa musa, cuando una está pletórica, tranquila, esperanzada y feliz, se toma vacaciones y me deja sola frente a una hoja en blanco.

Así que he decidido coger uno de esos relatos y enseñároslo, porque aunque el orden de los acontecimientos cambiase, fuesen vieiras en vez de lubina, no hubiese corbatas ni velas o, en vez de cristales rotos hubiese peleas con descorchadores y lo más importante, fuéramos cuatro, al final las cosas que desde la tristeza imaginas que te harían feliz, a veces se cumplen y aunque no me salga igual de bonito contarlas, la sensación de vivirlas es mucho mejor.





Cena para nadie 


Hay una casa perdida, rodeada de viento y hojas que aún se soportan a duras penas en las ramas, pájaros grises que se encaraman a las ya desnudas, silencio roto por la lluvia suave que esponja la hierba y un fuego crepitando.

Con los ojos cerrados se oye un latido encerrado en una cajita, bajo siete llaves y en la cocina el horno empieza a calentarse. El cuchillo más afilado hace que las lágrimas de cebolla se escurran hasta la tabla... y el corcho de una botella de vino estalla irremediablemente de euforia, tiembla la bandeja mientras se adentra en el horno y ya solo queda esperar....

El minutero acompaña el ritmo del perfume en las muñecas, se tensa con el nylon de las medias y se acompasa con los paseos ansiosos en tacones. Las copas, los cubiertos...

Suena el reloj del horno, la botella de vino rueda por el suelo y se detiene en los tacones que yacen junto a las medias y el vestido, la bandeja ya se había deslizado entre sus manos y los cristales rotos salpicaban la habitación.

La ducha helada no era capaz de calmar tanta locura, lo había visto allí, con ella, en la cocina, salpimentando la lubina, colocando las servilletas, apretándose la corbata, riéndose con una copa de vino en la mano, encendiendo una vela.