jueves, 18 de febrero de 2010

Black out


No había nada que le moviese la mano esta vez, ni ira, ni frustración, ni angustia, ni anhelo... Sólo la obligación para consigo quizá, pero no era suficiente.
Tras buscar la inspiración mirando por la ventana y escuchando un par de canciones tristes se dio cuenta de que aquello tampoco funcionaba. Le dio un repaso al diccionario sin éxito alguno. Rebuscó en textos viejos, en traducciones, escudriñó en su estómago y en sus pulmones. Nada.
Estaba yerma de cosas que contar o, al menos, de cosas que compartir. No tenía cuentos, ni metáforas, ni ganas siquiera de inventar.
Llevaba ya varias semanas sufriendo la falta de inspiración. Intentar escribir algo, lo que fuese, se había convertido en un vertedero de tiempo, así que dio el último sorbo a su taza de café, que ya se había quedado frío a esas alturas y decidió irse corriendo de aquel lugar cuyo hedor le era incómodamente familiar.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Ay, la huida de las musas, que nos deja soli@s y abandonad@s... Hay veces que, por mucho que un@ quiera, no hay manera.
Me gusta, sencillo, sin embargo ha creado automáticamente una imagen en la cabeza, ella, sentada frente a una mesa presidida por un folio, o una libreta llena de garabatos o palabras sin sentido.
:)

Besitos!

Abel dijo...

Se escribe algo cuando tiene algo que contarse, que no es siempre.

Se escribe algo cuando las letras se deslizan solas dibujando lineas.

No siempre se puede escribir algo, no siempre somos tristeza, alegría, desengaño, emoción, besos, despedidas...