domingo, 13 de junio de 2010

Cosas por hacer


—Me paso todo el día en la oficina, salgo temprano del apartamento y vuelvo tarde. Cuando llega el viernes por la tarde cojo un tren y me voy a la venta. Me quito la puta camisa que aun no he aprendido a planchar del todo bien, cojo la bici y me voy a dar un paseo. Desde hace un tiempo me da por plantar árboles y algunas verduras.

—Ya me habías contado.

—Bueno, pues tras la última enajenación mental, aquel viernes que por fin me atreví a decirle a Jimena que creía que quizá podría haber algo y, tras su excusa estúpida de que acababa de salir de una relación, me compré una desbrozadora.

—Madre mía Jesús… ¿Una desbrozadora?

—Ya lo sé, debería haber nacido treinta años antes…

—No es eso, es que no puedes estar siempre en tu refugio, tienes que dejar que sucedan cosas, aunque no sean de tu agrado.

—Es sólo que nunca encuentro el valor suficiente para hacer lo que quiero, pienso demasiado y al final, no sé si las decisiones que tomo son correctas. Además no estoy dispuesto a renunciar a lo que me gusta, ni a hacer todas esas cosas insustanciales que se supone debo hacer, o haber hecho ya a mi edad. Y qué quieres que te diga, quizá ya sea tarde para empezar.

— ¡Eso nunca! Nunca es tarde. Además, yo te voy a ayudar. Pídeme lo que quieras, empecemos por el principio. ¿Qué te gustaría hacer?

_Volver a aquel septiembre sin televisión.

Para el 8 de San Cosme

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