lunes, 28 de marzo de 2011

Saludo


Va mucho más allá de la persona.
Es sólo un recipiente cualquiera para llenar de lo que ansío.
Lo suficientemente asequible para que sea posible encontrarlo.
Lo suficientemente desconocido para imaginarlo a mi antojo.
Lo suficientemente imposible para que no logre alejarlo de mis deseos.
Lo suficientemente abominable para seguir manteniendo los pies en el suelo.
No hubo reacción química alguna y sin embargo mi cerebro estaba a punto de explotar.

viernes, 18 de marzo de 2011

De mimosas, cucos y juegos


El olor a mimosa, empalaga y nubla mi memoria de aquellos años tranquilos de escuela y bocadillo de salchichón, de escribir la fecha en una esquina del encerado... Me devuelve el timbre de la campanilla que Doña Esther heredó de Doña Charo y nos abría las puertas de la imaginación en el monte del patio de recreo, allí construí mis primeras casas entre “tapaculos”, lavanda y las piedras que alineaba a mi antojo, cuando no las transformaba en superordenadores dibujando sobre ellas con un trocito robado de tiza.



Los narcisos floreciendo a toda velocidad en esta época me traen al recuerdo los senderos de “Tabernes” y el “Muín de abaixo”, el murmullo de los regatos que arañan en su transcurrir los prados cuestos, el verde fresco de la hierba contrastando con ese amarillo salvaje del “cuco”, que es como allí se conoce a los narcisos, los ramos de estas flores, adornados con unas ramitas de tejo que les llevaba a mis abuelas... Y todo esto a su vez, me recuerda un cuento que una de ellas me contaba sobre un lobo y una oveja. Pero eso es otra historia.


Y la luna llena de esta noche, me recuerda las tardes que empezaban a alargarse y templarse, cuando volvíamos a bajar a la calle tras el largo invierno, y jugábamos al escondite alrededor de la casa de Joselito, al futbol enfrente del taller de Gallardo, hacíamos teatros en el garage de Pedro, nos acercábamos a los colmenares en bici para echar un trago en la fuente cuando Espe no nos regalaba zumos de melocotón y le revolucionábamos las gallinas a Maruja de tanto correr para arriba y para abajo.