viernes, 29 de abril de 2011

El Valle del Silencio, León (España)

No he podido resistirme a enseñaros este vídeo que, aunque su fin es promocionar una moto eléctrica, lo hace en un escenario precioso de mi tierra como es El Valle del Silencio. Veréis qué bonito!!

Fuente: Vimeo
"El tetracampeón del mundo de trial, Adam Raga, quiso sumarse a la celebración del Día Mundial Contra el Ruído. En pleno Valle del Silencio (León), y a lomos de una moto eléctrica, demostró que también se puede hacer trial del bueno, y en silencio.
Año 2011."


RedBull Silent Project from Verve Audiovisual on Vimeo.

jueves, 28 de abril de 2011

¿Por qué regresas descalza?



Al cruzar a través del arco de violetas las hadas lo agitaron vertiendo el polen sobre su cabello suelto que se lió en largas trenzas. A los pocos pasos la muchacha se deshizo de sus zapatos que ya le quedaban enormes y se hizo un nudo a los tirantes del vestido para que dejase de arrastra por la hierba mientras cientos de mariposas de colores le llenaron la piel de purpurina… La transformación había concluido y las hadas se la llevaron flotando hasta el mismo lugar donde un día la vieron nacer. Rodeada de prímulas, con los pies en el arroyo y los ojos cerrados escuchó una voz que le decía “Pequeña, vuelve con nosotros… ahora que aún puedes, ahora que aún permanecemos, ahora que aún recuerdas el camino, no vuelvas a dejarnos… ” Pero el sol comenzaba a descender tras la colina y se acercaba la hora de cenar así que la niña emprendió el camino de regreso mientras un cachorro le lamía la mano. Ella le susurró acariciándole la cabeza “Nunca me voy del todo, volveré a por mis zapatos”

Semana Santa 2011


Esta Semana Santa ha sido bastante distinta de las demás. Combinando a la perfección familia y ocio, durmiendo menos y trabajando más. Pero sin duda alguna lo mejor de esta Semana fueron, como siempre, los surrealismos:

Viernes antes: Un encuentro inesperado a la salida de la universidad que me alegró más por la sorpresa, que jamás lo hubiera imaginado (y mira que he imaginado cosas al respecto…) que por el hecho de haberme tirado media hora hablando con alguien que ni siquiera conozco.

Sábado antes: Otra charla de esas que nunca había mantenido. Volver a hacer el paseo de Yaco y disfrutarlo igual que aquel día y ya que volvía a ser niña, echarme a rodar curtiña abajo. Descubrirle a mi padre un rincón maravilloso del pueblo que en treinta años viviendo allí, todavía no había visto.

Domingo de Ramos: La tradición de subir y bajar cuestas empedradas en tacones se complicó con la incorporación de una pequeñuela de tres años que aguantó estoica el ramo, el sermón anual de don Tomás recordándonos que la colecta es para pagar la calefacción y que se conformó por que a ella no le daban galletas en la iglesia a cambio de unas aceitunas en el bar. El surrealismo mayor vino por la noche cuando un barman recordó que me había hecho una foto en su bar 10 años antes con alguien que ese día, casualmente, quedó mudo de cobardía.

Lunes Santo: Tras un día de trámites, escuadra y cartabón, llegó la noche y la lluvia. Nada del otro mundo si no fuera porque descubrí el mundo húmedo primaveral nocturno de “La caza del caracol” se cogían a puñados… No sé por qué dicen que sacan los cuernos al sol. Pobres ¡no saben lo que les espera!

Martes Santo: Fue agradable que tras tantos años de amistad no me hiciera falta un saca corchos para sacar ciertas conversaciones… Aunque lo mismo fueron las limonadas…

Miércoles Santo: Pasarse la Copa del Rey en el bar, rodeada de forofos, conversando por el whatsapp de barbacoas, añadió surrealismo a la victoria del Real Madrid. También fue curioso que me confundieran con mi prima por llevar el mismo peinado y las mismas compañías.

Jueves Santo: El pueblo entero estuvo sin agua hasta las 6 de la tarde debido a que un rayo de la tormenta del día anterior cayó en las bombas del depósito de agua… Pero no fue nada en comparación con que un pelotón de ciclistas gritase mi nombre y que sean unos amigos que hace años no veía… Es lo que tiene vivir en pleno Camino de Santiago supongo.

Viernes Santo: Para variar, no hubo procesión de santos, pero se armó una buena por los bares y nosotras la hicimos a deshora y a contracorriente, disfrutando los “Merosoles” sin aglomeraciones aunque tarde o temprano, acabas encontrándote hasta con JesuCristo bendito. Hasta acabé con una pulsera traída de Milán que evocaba los nuevos tiempos que están por venir.

Sábado Santo: Día de hacer maletas y rellenar tuppers. Por la tarde fuimos al Molino ya sintiendo la morriña cerca y con un cansancio grave que transformó las limonadas primero en mosto y luego ya en crema de orujo, que no se diga que no somos del Bierzo.

Domingo de Resurrección: El viaje, entre cabezadas y lágrimas, para seguir la tradición. Aunque esta vez era yo quien ofrecía el hombro y el pañuelo. Y al llegar al fin a Madrid, otra sorpresa de bienvenida… Se ve que doy más suerte que las flores del corner de Pantic y un dato interesante: Quizá Francia no sea solo el dónde, sino también el cuándo.

sábado, 2 de abril de 2011

Diez años no es nada


Cuando apenas tenía seis años, viajé por primera vez a Francia. Del viaje sólo recuerdo el asiento trasero del coche, que en casa de la tía Gloria había que bajar unos peldaños y me regalaron una flauta y un lápiz gigante con un montón de chateaux dibujados. Que el ascensor de la Tour Eiffel era un poco tétrico. Que me encantó ponerme un bikini de mayor, de la prima Toñita, anudado porque me quedaba enorme, para bañarme en la piscina climatizada de Auria y Alfredo. Recuerdo el patio ajardinado de la casa de Marie Claire y las flores secas que aún conservo, recuerdo el olor dulzón de la mermelada de ciruela mirabel de la tía Domitila… Todo lo demás no sé si realmente lo recuerdo o que de tanto ver las fotos me da esa sensación.

La segunda vez que fui a Francia fue en la excursión de fin de curso de 1º de bachillerato. Del viaje recuerdo que las cuatro horas entre parada y parada se me hacían cortas. Fue la primera vez que comí un kebab, de pollo, esos días sólo comíamos pollo porque coincidió con la paranoia de las vacas locas. Recuerdo cuando perdimos a Gus en el metro, cuando vimos a Karembeu en un descapotable delante del Louvre, que junto a la Gioconda me fotografié al lado de un tío realmente alto. Recuerdo el zumo de naranja aguado y asqueroso del hotel que era compensado por los croisants exquisitos y los ligoteos por el balcón con los madrileños que estaban en el hotel de al lado. Recuerdo un gorro playero, que puso de moda Ismael, concursante del primer Gran Hermano, que pasó por la cabeza de casi todos. Y la noche que Pili y el walkman aparecieron en lugares distintos por la mañana. Recuerdo la noche de fiesta en el Comprador, las lamentaciones filosóficosentimentales en el cuarto de baño con Dani, la anécdota de los gayumbos de Evita y Encinas, a Tania con una almohada llamada “Pequeñuelo”, que sólo Tote fue testigo de cómo rodé por las camas hasta caer al suelo… Y tras el Tribunal de la Santa Inquisición, Ciencias vs. Letras, en el cual me tocó ser cabeza de turco y tras lo cual mi vida experimentó un punto de inflexión, ya solo recuerdo mucha moqueta granate descolorida llena de pelusa y cacahuetes, ojos hinchados y las atracciones de Disneyland y Futuroscope.


“Tenemos que volver dentro de diez años”, dijimos. Es lo típico que se dice. Pero esa idea ha persistido en mi cabeza durante todo este tiempo y por eso hoy es un día un poco triste. Por razones evidentes sería bastante improbable que pudiésemos volver a juntarnos todos. Pero mantenía la ilusión de que al menos ciertas pendejas y yo pudiésemos llevarlo a cabo… Quién iba a pensar por aquel entonces que el trabajo, los estudios y la economía iban a interponerse en nuestros caminos, buena excusa, ¿eh? 2 de Abril, fin de semana, vuelos ida y vuelta más noche de hotel, más comidas/cenas y entradas, sin grandes lujos, alrededor de 400€.
El caso es que andamos repartidas por España, cada una a lo nuestro. Pero veamos el lado positivo, 10 años es un número redondo, sí, en sistema decimal, pero realmente qué más da si son 10, 13 ó 17,33… el caso es encontrar el momento idóneo e ir a disfrutarlo como si tuviésemos 17 años y un montón de sueños por delante.