martes, 23 de febrero de 2010

Espina


Voy a deshacerme de una espina clavada.
Una encarnada, infectante y purulenta,
una que me duele ya desde hace demasiado,
una que me empeño en hender más cada día
con la esperanza de que se me cuele dentro del cuerpo,
se pierda en mis entrañas, sucumba
y ya no sepa salir de mi.
Pero me agoté.
Ya no quiero cilicios ni piedras en el zapato,
ni más flagelo estúpido e innecesario.
Ahora he abierto los ojos.
Con toda la pena de mi alma,
que se ha muerto un poquito, te digo:
Espinita, ¡ADIOS!

2 comentarios:

kiram dijo...

Me ha encantado, al principio destila gran tristeza, pero poco a poco coge fuerza, hasta que la voluntad deja paso a la alegría :)

Saludos!

MM dijo...

esoooooo!!!!!!!! sacar lo malo afuera!!! de una vez!!! :))