martes, 31 de marzo de 2009

Someone, Somewhere in "Holy Week"

Gracias por la imagen Alber!!


(Adaptación libre de "Someone, Somewhere in Summertime" de Simple Minds
)


Los recuerdos brillando en mi memoria me cambian en estas fechas.

En ese lugar hay un rincón que pueden ver miles de ojos,

pero en ese lugar solo hay alguien que puede ver lo que yo veo.

Los momentos arden despacio en las noches doradas y sangrientas.

Alguien, en algún lugar, en estas fechas.


jueves, 26 de marzo de 2009

La ira de los necios


La ira es para los necios.
Llámame necia, pues.
Que ni las sonrisas me sacaron tantas palabras,
ni las caricias me hicieron tanto enrojecer.
Los puñales que escupa,
saldrán hirientes de mis entrañas,
aunque no tengan dónde clavarse
saldrán con ímpetu.
Con el mismo con que lancé ilusiones
y cayeron es saco roto.
No me pidas que me calle ahora.
Déjame sangrar como mejor sé.
Mañana todas mis palabras no tendrán sentido,
ni razón,
y preferiré haber guardado silencio.
Pero si no exploto ahora como fuego,
me derramaré después.

Mareo


En estas aguas saladas yo no sé nadar.
Ahora floto, ahora me hundo.
Chapoteo a ratos y otros,
me dejo arrastrar.
Caigo hasta el fondo
para luego emerger y
si solo mojo la punta del pie,
acabo resbalando hasta empaparme entera.
Cuando dejo que el fluido me meza,
me arrastran las turbulencias.
Cuando nado contra corriente,
las aguas se amansan.
Cuando quiero flotar, me hundo.
Cuando pretendo bucear, floto.
Cuando cojo aire,
no me llega el agua a la cintura.
Y cuando más tranquila estoy,
viene una ola y me revuelca.
Y me ahogo otra vez.
Será este barco que me lleva,
serán las mareas,
será la resaca del mar,
la corriente del río...
Me da vueltas la cabeza...
Y me mareo...
Y todo se desvanece...

martes, 24 de marzo de 2009

Hermanas de sangre


Prepararon la mesa en silencio, como si de un ritual se tratase, la una y la otra iban colocando cada cosa en su lugar, despacio, cuidadosamente... Esa noche tenían un invitado especial.

Las dos hermanas eran las únicas supervivientes a aquella locura que había ido acabando con la familia como una maldición. Generación tras generación, parecía que aquella línea de sangre estaba abocada a la desaparición.

La familia había sido investigada pero nunca se halló otra causa de muerte que no fuera el suicidio. Los miembros fueron tratados por psiquiatras, curanderos, fueron exorcizados e incluso separados de la línea consanguínea para evitar posibles influencias ambientales. Nada surtió efecto. Todos acababan con su propia vida. Los sucesos alcanzaron tal repercusión que al final dejaron de tener descendencia. Y es por eso que solo quedaban dos hermanas.

Buscaron ayuda por todos lados para evitar que su familia desapareciera por completo, ninguna de ellas quería morir, menos aun matarse y lo probaron todo. Al fin parecían haber encontrado una solución y por eso invitaron a su casa a un neurólogo que llevaba años investigando su caso.

El doctor quería convencerlas de que se sometieran a varias pruebas que unían la neurocirugía con un fármaco experimental y estaba seguro de que podrían llegar a tener una larga vida.

Lo que él no supo hasta segundos antes de servirles de cena, era que las hermanas ya conocían cuál era el mal que había acabado con la familia: El autocontrol.

jueves, 19 de marzo de 2009

Ese día

Eran las siete de la mañana cuando entró en la habitación y me dio un beso como hacía siempre antes de irse. Yo le dije medio dormida “buenos días” y él respondió “venga, duerme”. Después oí como cerraba la puerta de casa suavemente mientras me sumía de nuevo en el sueño.

Esa mañana estaba nerviosa. Tenía que terminar un proyecto importante. Consistía en un boceto a mano alzada que debía acompañar de una presentación a ser posible utilizando alguna técnica literaria: prosa poética, versos... algo así.
Me llevó toda la mañana pero al final creo que fue la propuesta mejor calificada.

Por la tarde mi madre insistió en que la acompañara a hacer unas compras así que no pude darle los últimos retoques al proyecto, de todas formas no era algo que me preocupase ya que estaba convencida de que el éxito estaba asegurado.

Cerca de las 8 de la tarde oí el coche aparcar junto al portal. Me apresuré a coger sus zapatillas y abrirle la puerta, nos dimos un beso y me cogió en brazos, me encantaba que me abrazara así, era tan grande...

Durante la cena logré contenerme y no le dije nada del proyecto, aunque estaba deseosa, pero me limité a preguntarle qué tal el día y a escuchar atenta lo que contaba. Algún día me gustaría acompañarlo porque creo que debe sentirse muy solo estando tantas horas subido al camión sin más compañía que la radio.

Después de cenar me senté en su regazo en el sofá y lo llené de besos hasta que me quedé dormida encima de él.

Cuando me desperté esa mañana miré la hora, eran las siete exactamente, saqué de debajo de la cama el dibujo y la poesía y corrí a la habitación de mis padres. Encendí la luz y salté sobre mi padre gritando ¡Feliz día del padre! Y lo volví a llenar de besos.


A papá.

Luna menguante


Cuarto menguante de luna menguante,
sonrisa en el cielo que me guiña un ojo,
como con picardía, pero también con complicidad,
un poco compañera, un poco protectora.
Siempre me miras desde ahí arriba,
blanca blanquísima, amarilla, naranja o roja.
Me miras y te miro y nos reímos como tontas.
Me gustas llena, porque eres como un sol que ha bajado las luces para darle ambiente al mundo.
Me gustas nueva porque nos haces andar a tientas por la vida.
Me gustas cuando creces porque crezco yo también.
Pero sobre todo me gusta cuando menguas.
Cuarto menguante de luna menguante...
Porque me sonríes.
Porque me haces sonreír.

Aquella mirada


Entraste y todo lo demás desapareció.
Tardé un par de segundos en reconocerte
pero enseguida te apoderaste de mis sentidos...
Solo veía tu cuello, tu espalda, tus hombros, tu manos...
Sentía unas ganas irrefrenables de acercarme
y cuando me quise dar cuenta, te tenía delante.
Entonces, incluso tú desapareciste.
No tenias cuello, ni hombros, ni boca, ni pelo, ni piel.
Solo eras aquella mirada.

martes, 10 de marzo de 2009

Vecinos


Me levanté de mal humor, con sueño, sin ganas de nada, pero me levanté. A pesar del sol me enrollé la bufanda al cuello y salí a la calle. El mal humor no conseguí expulsarlo así que al volver a casa me tumbé en la cama sin quitarme los zapatos y cerré los ojos queriendo deshacerme así, al menos, del dolor de cabeza. Entonces me dio un ataque de tos y un vecino comenzó a hacer un ruido estúpido y molesto. No estaba segura de qué era... Algo así como cincelar una piedra, o tallar un trozo de madera.

Decidí darme otra ducha y ponerme cómoda, pero el ruidito intermitente y penetrante no cesaba. Me asomé a la ventana un par de veces, pero ni siquiera sabía de que lugar procedía aquel horror... El caso es que los “toc-toc-toc” consiguieron enervarme de tal modo que me armé de mala leche, puse cara de madre cabreada y salí al jardín dispuesta a pedirle lo menos amablemente posible al vecino que se fuera a hacer ruido donde yo le dijera.

Por más vueltas que daba por el jardín y me asomaba a los setos, no era capaz de ver a nadie y mi congestión dificultaba aún más la labor, porque seguía sin concretar de dónde venía el “toc-toc-toc”. Por fin, me senté un momento en las escaleras, cansada, aliviada un poco por el calorcito que el sol me daba en la espalda y entonces me dio por levantar la vista:

¡Mi vecino estaba subido a un árbol!

Y así fue como se me pasó el mal humor y el dolor de cabeza... Contemplando a las cigüeñas que había anidado junto a mi habitación.


martes, 3 de marzo de 2009

Teléfonos


¡Así no se puede!
¿Cómo quieres que escriba bajo estas condiciones?
No se me ocurren cuentos, pero tampoco puedo escribir crónicas.
No me salen tragedias porque se escriben con lágrimas amargas.
Ni tampoco comedias, porque las lágrimas dulces se me arraman a deshora y sin remedio.
¡Y así no hay quien llore versos ni hay manera de escribirlos!
¿Crees que me resulta fácil centrarme siquiera?
Con este cantar de pájaros y todo este calor y sofoco...
¡Que parece que esté en un agosto sin final!
Y claro, luego está el otro factor:
Explícame cómo voy a sacar tiempo para escribir, si no haces más que llamarme.
Así que hoy, ya se que querrás hacerlo, pero resiste un poco más.
Déjame que escriba y estate atento a cada palabra que leas.

Hoy yo te llamo...