viernes, 4 de enero de 2008

Cuando conocí a Magnus y su nariz perfecta


(...)
Que bien supiste llevarme a tu terreno, que bien me dejé llevar, porque cuando el tiempo apremia las estrategias se simplifican en impulsos. Y mis impulsos gritaban cada vez más fuerte por salir de mi. Y los dejé salir poco a poco, sin que nadie más que yo se diera cuenta, aunque se chocaron de pronto con los tuyos, y nos dejamos llevar, (...) lenta y temblorosamente, luchando contra la consciencia de no estar haciendo lo debido.
A penas sin hablar y sin pecar, nos despedimos tras un extraño paseo por nosotros mismos. Seguramente no nos volveríamos a ver.

Primavera 2004

No hay comentarios: