miércoles, 2 de julio de 2008

Añorando el balcón de San Cosme

Levantó la vista y la sorprendió la luna, casi llena,
filtrándose entre dos chopos que se balanceaban muy suavemente.
Cerró los ojos, respiró profundo y olió el aire,
una mezcla de flores y plantas la llenó por dentro
y echó de menos el aroma del asfalto recalentado, sucio
y recién regado por los barrenderos de su antiguo barrio.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me encanta el olor de la calle recién regada... es curioso, hacía tiempo que no recordaba ese aroma tan especial... Gracias!