lunes, 21 de julio de 2008

La urraca



Paseaba un día cualquiera por una calle cualquiera y algo brillante en el suelo llamó mi atención. Me detuvo, me agaché a recogerlo y descubrí que se trataba de un clip metálico grande y nuevecito.

Esta costumbre la venía practicando desde la infancia, cuando un día encontré una crucecita de plata y ébano que por un tiempo se convirtió en mi objeto de la suerte y que, años después, perdí en algún cajón para nunca más recuperar. A lo largo de ese tiempo había ido recopilando horquillas, arandelas, tuercas, bisutería, muelles, tornillos, monedas, trocitos de espejo, alambres...

Siempre decía que ya era hora de dejar de agacharme a recoger toda la porquería que llamaba mi atención, sin embargo, un impulso en mi interior, hacía que siempre me decidiera a rescatar el posible tesoro de la vía por la que en ese momento lestuviese caminando. Si el objeto en cuestión no me agradaba, lo dejaba en algún bordillo o rincón para que otra urraca humana lo aprovechase. Si el objeto me interesaba en alguna forma o manera, lo limpiaba meticulosamente y lo guardaba en una lata redonda que en su día habían estado rellenas de galletas de té.

- No me dí cuenta, no la ví, no había nadie cruzando, no sé... De repente, apareció de la nada.

Oía ruido de sirenas, murmullos... Abrí los ojos. Estaba tumbada, rodeada de cables y con una mascarilla de oxígeno. Una mujer se inclino sobre mí, "Está consciente" dijo. Pero todo se desvaneció de nuevo.

Abrí los ojos. La habitación estaba oscura. Un señor dormitaba en el sillón que había junto a lo que parecía mi compañera de habitación. Entonces me dí cuenta de que había también un sillón a mi lado. En él dormía un joven al que no había visto en mi vida.

Intené incorporarme, pero un dolor atroz me atravesó el costado y un lamento salió de mi garganta.

- No te muevas, tienes tres costillas rotas. Y la pierna. Y... me temo que la cabeza se ha llevado un buen golpe también. Soy Pedro. Gracias a mí estas aquí, bueno, más bien por mi culpa... No te vi y de repente, estabas debajo del coche, no sé. Me dijeron que no llevabas documentación, solo unas llaves y este clip. Y encima con los nervios me he puesto a jugar con él y... ha quedado inservible.



-Por eso no debéis recoger porquería del suelo, ¿entendido?

-Sí mamá... pero sino, no os hubierais conocido...

1 comentario:

JUAN PAN GARCÍA dijo...

Hola, lamas, felices vacaciones. He pasado por aquí y he leído este cuento. Muy bueno,un final sorprendente.
Saludos y ten cuidado, quiero que regreses sana.