miércoles, 23 de abril de 2008

Una de Sueños


Cada vez que dormimos se supone que soñamos pero, pocas veces recordamos nuestros sueños al abrir los ojos. Otras veces lo recordamos a la perfección y un segundo después se nos olvida sin que haya forma de recuperarlo, quizá en mitad de la tarde se nos ilumina la bombilla, pero esas ocasiones se cuentan con los dedos de una mano. También sucede que, con un solo detalle y la sensación que nos dejó en el cuerpo al despertar nos basta y, las menos, tenemos todos lo detalles y sensaciones, incluso recordamos como se sucedían las acciones, los sonidos, los colores... nos llegamos a preguntar el sentido psicoanalítico de nuestra vivencia onírica y es que solemos soñar cosas bastante raras.

Lo que siempre sucede es que con el tiempo, acabamos olvidando ese sueño que tuvimos y la razón es, según estudios científicos, que los sueños sirven al cerbro para ordenar y clasificar nuestros datos y conocimientos y, si recordasemos todos los sueños que, repito, suceden cada vez que nos dormimos, saturaríamos nuestra memoria de datos innecesarios (como si no estuviese ya suficientemente llena de ellos). El caso es que a lo largo de nuestra vida solo prerduran aquellos sueños (o parte de ellos) que nos han impactado realmente.


Por ejemplo, uno de los sueños que todavía reucerdo es uno que tuve a los... 9 ó 10 años. Es una tontería de sueño, pero lo recuerdo aún como si hubiese sucedido de verdad. También me sucedió que durante tres años por la misma época, coincidiendo con el cabo de año del primer muerto que ví, soñaba lo mismo (no era tétrico ni nada, pero era curioso, no me lo negaréis). Y así haciendo memoria... puedo enumerar otros dos y el de hoy, que supongo que mañana ya se me habrá olvidado porque, aparte de que Will Smith me ayudaba a llevar el equipaje, no hay mucho más digno de ser recordado.

Un día dijo Chavela Vargas en una entrevista algo así como que los sueños son algo tan nuestro y tan privado que no deberíamos compartirlos con nadie.

Personalmente creo que lo que eso viene a significar es que un sueño cuenta muchas cosas de cómo es una persona, de como se siente, de como es. Quizá no todos los sueños, pero esos que recordamos por la mañana puede que sí sean importantes de verdad, por eso no se nos olvidan el segundo antes de abrir los ojos. Y esos son los que deberíamos analizar mientras desayunamos, para discernir lo que nos sucede por dentro. Lo que nos preocupa, lo que deseamos, nuestros traumas, obsesiones, miedos y psicosis. Y por eso contar esos sueños implica desnudarse ante otra persona, mostrarle tu interior y, si esa persona es capaz de entender lo que realmente cuenta tu sueño antes de que tú te percates, entonces sabrá más de tí que tú. Y eso es un riesgo que no todo el mundo está dispuesto a asumir.


Todo el mundo guarda un gran secreto, otras veces no es tan grande, pero siempre hay algo que queremos tener guardado dentro de nosotros a buen recaudo. Al fin y al cabo, por muy seres sociales que seamos y lo mucho que nos preocupe la comunicación hoy en día, también somos individuos, con nuestros egoismos, nuestras manías, nuestro deseo de intimidad.

Así que la próxima vez que le vayas a contar un sueño a alguien, asegúrate de si realmente quieres compartir tus entresijos con esa persona, si sabrá leer más allá y si realmente quieres que lo haga.

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