lunes, 14 de abril de 2008

El Tiempo no existe

Como nos hemos inventado el tiempo para facilitarnos (Já) el maravilloso transcurso de la vida (Já Já), pues resulta que por muchos métodos de medición que existan y pruebas que efectivamente confirmen su existencia o su relatividad, el puto tiempo no existe.

Así que no podemos influir en algo que no existe, y como no existe tampoco somos realmente conscientes de su existencia, porque sino el tiempo no sería tan raro.

Que si va deprisa, que si va despacio, que si se pierde, que si se gana, que si no tienes, o tienes de sobra, u ojalá tuvieses más… No somos capaces de distribuirlo, ni de aprovecharlo, ni de acelerarlo y ni mucho menos somos capaces de detenerlo. Pero sobretodo nos resulta imposible retroceder en él.


El tiempo es, si acaso, una cinta transportadora infinita. Puedes pararte y mirar atrás, pero lo que veas cada vez será más lejano, puede ponerte a caminar en sentido contrario para volver al pasado, pero por mucho que lo intentes la cinta te lleva siempre hacia delante. Puedes correr hacia delante para llegar antes a donde quiera que pretendas llegar, pero el riesgo que tiene es desear retroceder para pasar con más calma una vez más por algún punto. Puedes detenerte y dejar que la cinta del tiempo te lleve sola y limitarte a esperar el final.

En definitiva el tiempo es ese ente, inexorable como la muerte, que nos acompaña, junto con un montón de sensaciones intangibles más, toda la vida. Y lo mismo que tenemos que acostumbrarnos a vivir con la pena, la soledad, la angustia, la frustración y la rabia, tenemos que hacerlo con el tiempo. Porque a las cosas buenas nos acostumbramos sin demasiado esfuerzo. Y el tiempo solo es bueno cuando no nos acordamos de él, ni nos hace falta, ni nos preocupa, en definitiva, cuando no somos conscientes de su paso o de su falta, de su lentitud o rapidez, de su pérdida o de su fin.



Un abrir y cerrar de ojos no llega a medio segundo, pero un mosquito es capaz de batir sus alas 600 veces por segundo y un colibrí unas l000. En las primeras batidas, mientras succiona de una flor, el colibrí está recordando todas sus correrías de ayer, cuando lleva l00 batidas planea su dulce futuro, sobre las 300 se arrepiente de ser tan ingenuo, a las 500 no recuerda lo que pensaba a las l00 y, a las 800 se siente satisfecho del néctar que ha entrado en su estómago y todavía le quedan 200 aleteos para que acabe el inmenso segundo. Es la relatividad del tiempo biológico.

El paso del tiempo y el amor que son dos de los pilares por los que los escritores elevan las palabras hasta la maravillosa categoría de Literatura, casi siempre, en forma de Poesía. (Víctor García de la Concha).



Pero nada de esto tiene sentido porque, si no podemos definir el tiempo con precisión, difícilmente podemos asegurar que el tiempo pase (Redes).

Y por eso es más que probable que el tiempo no exista.

http://www.youtube.com/watch?v=Ztgu1W5Ns1U

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