martes, 1 de abril de 2008

Qué movida más intrínseca


Aunque había dado por hecho que el resumen de esta Semana Santa iba a llevar por título “Surrealismo 2008”, no recuerdo exactamente qué día ni dónde, pero oí lo de la movida intrínseca y me dije que así se titularía este año.

De todas formas, el surrealismo rodeó un año más esas fechas. Por eso sé bien que solo dos o tres personas entenderán lo que se narra a continuación:

Viernes antes: En la dársena 632 me esperaba, además de un viaje de 5 horas, mi pasado, que venía de la mano de mi futuro. Y al llegar a la estación de destino, se bajaron junto a mí para acompañarme durante todas las vacaciones.

Sábado antes: Tras las torrijas mañaneras de rigor junto a Soprano, Responsable y Señora, subí a la montaña a mentalizarme de lo distinto que sería todo este año. Quizá una tradición si se mantendría esa noche. Así que con un ojo en el Klubbers y otro en la puerta me fui al Punto a “hablailar”.



Domingo de Ramos: A bendecir el Ramo como manda la tradición con la familia, y comprobar que Tontomás sigue pidiendo limosna para la calefacción. Matar el hambre con un Mentolín… de tal palo tal astilla. Y por la tarde a comerle el culo a mi niño. Y a embarrarme con mi niña.

Lunes Santo: Tranquilo… Comprar el panecillo y matar unos judíos, ponerme ciega pero no sorda. Que si está la secre está el séquito y ya llevo cuartro fiestas en cueros.

Martes Santo: Limpieza de recuerdos, la mitad a la basura. Por la tarde merienda cena con los García. Y por la noche, mientras la que tarda esperaba al tardío, el servicio sanitario nos advirtió sobre los surrealismos de estar “colocao”.

Miércoles Santo: Por la mañana me encontré rodeados de ranas los claveles, pero nada más. Y tras un día de repostería llegó la noche. Carrilleras y helados, espero que en otra ocasión seamos 6 en vez de 4. Bajamos a la Villa y vimos brujas sin escoba, pero el Punto vino cuando al salir a airearme, un rap me aceleró el corazón, pronto le iba a ver. Hice el camino inverso al del año anterior, con una sensación igual de intensa, pero al revés…


Jueves Santo: Por fin llegó! Que hambre! Y bien… raro pero emocionante, y para digerir la Barbacoa lo mejor es un paseo. Por las calles de siempre, pero como nunca, por la orilla del Río, por la Calle del Agua, por el Campo‘La Gallina. Luego a tomar limonadas a Quini y se confirma, si no llevas joyas te las quieren sustraer! Jajaja! Cenamos en casa y ni el pelo nos lo lavamos a solas. Copazo de rigor en Goyo. Que parecía más pequeño que nunca y más grande a la vez. Luego en la chimenea de Amalavida entre sueño y Mimitos me entero de que nuestro cura deja los habitos!


Viernes Santo: Pulpo rico pero bajo cero… y al atravesar la frontera, sol A Tope! Este año no mearemos Miri y yo detrás de iglesia porque va dos horas retrasada, borrando el rastro cada una a su manera. Y luego a buscar a los Tres Tenores y Señoras para una presentación en sociedad. Una caricia surrealista. Una procesión pasada por agua y la cama.

Sábado Santo: Por fin conoce Cantejeira, nevada y sin paseos al Rigueirín, ni al Chao, ni a Pallarellos, pero con su encanto de siempre, sus paisanos, su cocina de leña, su Botelo con Cachelos, su sofá que te invita a echarte… Y por fin también me ve conducir, con mi acojone habitual, y me lo llevo al huerto! Literalmente. Cena en el Padrino entre cofradías y fútbol. Luego sin esquíes ni cadenas nos encaramos con la nieve, y aunque todo nos decía que debíamos dar la vuelta, seguimos adelante, que es lo que veníamos a hacer esa Semana. Vivir el surrealismo como nunca antes. Así que un grupo de argentinos tocando djembés y cantando flamenco nos bailaron la danza del vientre entre rones y moscas inglesas. Despedida.


Domingo de Resurrección: Hacer mi maleta y terminar la suya. Y va y se me pierde por el campo de fútbol y la piscina… Comemos los cuatro y los cuatro nos dormimos en el sofá. Sólo yo soy consciente de un surrealismo más. Mi padre está viendo con un ojito abierto y el otro cerrado “El padre de la novia”. Cuantas cosas sabrá sin necesidad de que yo las hubiera contado cuando mi madre me preguntó el domingo anterior “porqué”.

No hay comentarios: