miércoles, 28 de mayo de 2008

L'été sera chaud... (El verano será cálido)

...mais les chevaux en bois sont froids.
...pero los caballos de madera son frios.


"...Et maintenant que vais-je faire
De tout ce temps que sera ma vie
De tous ces gens qui m'indifférent
Maintenant que tu es partie
Toutes ces nuits, pour quoi, pour qui
Et ce matin qui revient pour rien
Ce cœur qui bat, pour qui, pour quoi
Qui bat trop fort, trop fort..."

"...Y ahora que voy a hacer,
todo este tiempo qué será de mi vida,
de toda esa gente que me es indiferente
ahora que te has ido
todas esa noches, por qué, para qué
y esta mañana que llega para nada
este corazón que late, para qué, por qué
que late tan fuerte, tan fuerte..."




Esperaba ansioso en el andén, cuando por megafonía una mujer informó, con voz tediosa, de que el trén llegaría con diez minutos de retraso. Acababa de salir del trabajo y no había tenido tiempo adecentarse, así que aprovechó la impuntualidad del transporte público para ir a comprarle al menos un ramo de flores.

La floristería más cercana estaba en el centro comercial contiguo a la estación. De camino se sintió un tanto ridículo, estaba sucio, sudado, y le avergonzaba presentarse de esa guisa con un ramo cutre y poco original... quizá debería dar la vuelta. Además él no era así, no era detallista y no le apetecía cambiar. Y si traía mucho equipaje no podrían cargar además con unas estúpidas flores. Hiciese lo que hiciese ella pondría alguna pega.

Estaba nervioso. Se sentó en el murete de la entrada del centro comercial y se encedió un cigarro. Aspiró profundamente hasta que el humo le llenó por completo los pulmones, exhaló despacio, con la boca entreabierta, intentando expulsar todos sus temores. Pero si no tenía nada que temer! que iba a ocurrir? Ella llegaría, saltaría sobre él como siempre y se besarían como si llevasen un año sin verse. Exactamente un año, se le habría hecho tan largo como a él?

Entonces se dio cuenta de que el tabaco no sería el mejor sabor para recibirla. Cruzó la calle, se compró unos chicles en el kiosko de enfrente y regresó a la estación. El tren ya estaba allí....


Había ido dormida más de la mitad del camino hasta que el caballero que tenía al lado, entró en trance y comenzó a roncar. Estaba ansiosa por llegar, así que decidió entretenerse para que el tiempo pasase más deprisa, conectó el portatil y se metió en el corréo, había recibido un e-mail de su compañero de trabajo.

Eran buenas noticias, el presupuesto había sido aceptado así que a finales de verano podrían terminar el proyecto. Serían ocho meses más que tendría que estar fuera de España, pero merecería la pena. No podía esperar, le llamó. Estaba apagado. No me hagas esto, no se te ocurra olvidarte de recogerme... Miró por la ventana, ya se veian las montañas a lo lejos, no debía estar muy lejos. Entonces una tristeza la invadió y se le saltaron las lágrimas.

Tenía unas ganas horribles de verlo, pero ya sabía lo que sucedería. El primer día sería estupendo, el segundo discutirían por los ocho meses más que iban a estar separados, el tercero llegarían a un acuerdo, el cuarto volvería a ser maravilloso, el quinto se daría cuenta de que él nunca cambiaría y ella tampoco estaba dispuesta a cambiar.

El trén entró en la estación y el chirrido de los frenos la sacó de sus cavilaciones. Cogió la maleta y salió hacia la puerta central, que era donde siempre se encontraban. No estaba allí, así que le volvió a llamar. Apagado. Dió una vuelta por la estación, nada.


La buscó entre la gente pero no la vió, así que fué hacia la puerta central. Tampoco esta allí. Se giró hacia las vias con deseperación y las manos en la cabeza.

Y entonces ella lo abrazó por detrás.

Se fundieron en un beso dulce y apasionado.

Los dos sabían que ese sería su ultimo verano juntos.


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