viernes, 10 de octubre de 2008

La fuente de los secretos

Dedicado a Sils.


Érase una vez un pueblo perdido en la montaña donde nunca pasaba nada.

Bueno, nunca, es decir demasiado.

Resulta que el pueblo había sido construido sobre las raíces de un tejo milenario, que crecía junto a una enorme roca, de cuyas grietas manaba una fuente. Aquella fuente era la culpable de que unos día al año, en aquel rincón que coronaba los montes de la comarca, ocurriesen sucesos increíbles.

Contaban las ancianas que aquella fuente escuchaba los secretos, ocultaba a los pecadores y saciaba la sed de los curiosos.
Pero aquel fenómeno sólo ocurría cuando estaban a punto de caer las lágrimas de San Lorenzo.

En esos días, el pueblo se llenaba de peregrinos que querían deshacerse de los secretos que los atormentaban por dentro, otros buscaban respuestas, algunos, bebían de sus aguas con la esperanza de que sus deseos se realizaran.

Como el pueblo era pequeño, los lugareños albergaban aquellos días a cuantos visitantes pudieran, llenaban las camas con dos o tres personas, extendían colchones de lana en los desvanes e incluso junto a las cuadras. La hospitalidad era tal, que los manjares nunca faltaban y cada anfitrión competía por tener a sus huéspedes mejor alimentados que los demás. A cambio, lo que recibían eran los días menos solitarios del año.

Pero pasó el tiempo y la gente que allí acudía se olvidó de la magia para limitarse a pasar unos días retirados del mundanal ruido. Disfrutaban de los paisajes, los paseos y las historias que las ancianas que los acogían contaban una y otra vez. Ya nadie creía en aquellos misterios. Nadie iba a la fuente nada más que para coger agua fresca.

Nadie, salvo cuatro mujeres. Año tras año subían a aquel pueblo y se sentaban juntas en la fuente horas y horas. En el pueblo las conocían como Las Maésulas. No dormían en la misma casa, pero cada tarde se encaminaban juntas hacia la fuente. Allí se sentaban en círculo y comenzaban a hablar en un lenguaje que nadie entendía. Sus murmullos se mezclaban con los del fluir del agua y aquella melodía era tan maravillosa que poco a poco algunos se unieron a ellas:

Un ermitaño que casi parecía un guerrero vikingo. Siempre estaba fumando, en silencio, escuchaba todo lo que allí se contaba y sólo de vez en cuando les regalaba una sabia frase escondida bajo un halo de humor negro, como el humo que salía de sus labios tras cada calada.

Un hombre ilustrado, que hacía suya la frase "Mens sana in corpore sano". Llevaba sus libros de acá para allá y les explicaba los misterios que encerraban las palabras y les aconsejaba que una buena carrera matutina les despejaría la mente.

Dos hermanos, iguales como gotas de agua salvo por un detalle: no se parecían en nada. El uno dedicaba su vida a los placeres del mundo, organizaba rutas de desenfreno donde todos acababan ebrios. Su mayor aspiración era surcar los cielos y excitar a las masas. El otro, más recatado en las formas, soñaba con la justicia tanto y tan rápido, que cambió los libros por las armas para defender aquello en lo que creía. Aunque lo que realmente le hacía feliz, era un grupo de pupilos a los que enseñaba que la vida no es un juego y, si lo era, había que saber jugarlo.

Un hombre que parecía una gárgola, no sabías si daba risa o miedo, si bromeaba o hablaba en serio y si se mezclaba con el alcohol era una bomba. Pero llenaba de momentos irrepetibles aquellas noches y encerraba un interior regio bajo aquella apariencia raquítica pues, además de ser pequeño, más pequeña parecía llevar la ropa.

Además, a veces, se les unían también un niño en busca de la verdad, que no sabía estar callado; el hermano pequeño del hombre ilustrado, al que siempre acompañaba una sombra fraternal; una mujer a la que le perdía la curiosidad y le rodeaba la suerte; y un genio loco lleno de teorías y experimentos sorprendentes.



Una noche, la última de aquel año, el agua les contó un secreto terrible: se acercaba el fin de aquel lugar, el tiempo separaría el grupo, luego secaría la fuente y por último mataría al árbol, quedando todo sepultado en el olvido absoluto.

La primera en caer fue una de las mujeres, Évela, llevándose consigo a los mellizos y la mujer afortunada. El ermitaño y el hombre ilustrado también dejaron de ir a la fuente, aunque alguna vez se les vio por el pueblo como tantos otros que llegaban para descansar unos días. El niño, el hombre gárgola y el genio loco siguieron yendo unos años más, pero acabaron sucumbiendo.

Silene y Alíope temían que Mirkina pronto abandonase. Quizá ellas acabarían también como los demás, así que ambas decidieron aliarse para combatir al olvido que amenazaba aquel lugar. Tenían que escribir la historia para que nunca se olvidara, pero sabían que aquella fuente escondía muchos secretos, demasiados, siglos de secretos que si fuesen revelados, sumirían a la humanidad en el caos que provocan la desconfianza, el temor y la ira.

Se hicieron dos manuscritos. En uno de ellos se contaba la historia tal cual había sido, todos los secretos, los nombres, los actos, toda la verdad. En el otro, se contaba la misma historia, pero nada de lo que allí se podía leer era cierto. Ambos manuscritos fueron custodiados por Silene y solo Alíope sabía dónde se encontraban.

Lo que en aquellos encuentros sucedía solo lo sabe la fuente, la luna y uno de los manuscritos que aquellas mujeres decidieron escribir para que el tiempo no arrebatara totalmente la magia de aquel lugar.


<<Últimas noticias: Un grupo de biólogos, técnicos medioambientales y espeleólogos encuentran manuscritos, aun por datar, en la sierra de Los Ancares. La noticia se produce cuando los expertos mencionados se encontraban en esta zona para investigar la enfermedad que padece uno de los Tejos más longevos del mundo. Al parecer, el árbol sufre un extraño mal que podría estar relacionado con la sequía que produjo en la zona la explotación de un acuífero que se hallaba bajo sus propias raíces. Los primeros datos que se han hecho públicos confirman que se trata de dos textos cifrados; por lo que aún no se conoce su transcripción. Algunos criptógrafos aventuran que podría tratarse de los originales que dieron lugar a las leyendas de Silene y Alíope, apologistas del secretismo y la ocultación, según la tradición oral de la zona y, descubrirían la verdadera naturaleza humana.>>

8 comentarios:

JUAN PAN GARCÍA dijo...

Las meigas, haberlas, haylas!
Bonita historia, llena de bellas imágenes. He disfrutado mucho con este cuento. Un saludo

P.D: es difícil colocar un comentario en este lugar: Al darle a envira me echa atrás varias veces cambiando de palabras de verificación. Cuatro veces he repetido la operación.

Lamas dijo...

Vaya juan, no sé que decirte, hasta ahora nadie me ha comentado que tuviera problemas para enviar comentarios... será que no atinabas con las letras dichosas??jajaja.

Un saludo!!

JUAN PAN GARCÍA dijo...

Puede ser, Lamas. Hoy me está pasando de todo. Acabo de borrar un comentario en el tema "del pijama a rayas· de un gracioso que me ha escrito al menos mil veces el nombre de su blog: Mancha.Ocupaba toda una página. Pero lo pincho a ver quién es y no sale nada.
Bueno ahora veo que has puesto bonitas imágenes.
Saludos.

Abel dijo...

Mu buenas!
Acabo de conocer este blog por un comentario que has hecho en el mio. Berciana, pero leonesa ¿no? Leonesa, pero no castellana.
El Bierzo, preciosa comarca y futuro de nuestro país Llïonés, sois muy grandes, estoy enamorado de Villafranca, me gusta la Ponferradina.
Ahora estoy en Madrid, pero siempre en León

Ya te leere con mas detenimiento.

Un saludo

Lamas dijo...

Abel, bien venido a mi rincón del ciberespacio. Pues nada, cuando quieras una visita guiada por Villa no tienes más que decirlo!!jajajaja, aunque ahora también vivo en Madrid.
Y nada, a contar los meses pa irnos a ver a San Genarín y "matar unos judíos"!!!

Un saludo.

PD: Si alguien no entiende lo de "matar Judíos" que no se escandalice y mire la wikipedia: (http://es.wikipedia.org/wiki/Matar_jud%C3%ADos); que ahí está todod muy bien explicado.
Más información para beatos acerca de San Genarín (http://es.wikipedia.org/wiki/Genar%C3%ADn)

Abel dijo...

Buenas de nuevo!
Esta mañana he leido tu blog con más detenimiento, tu poema, Mañana, me parece muy bueno, y esta frase "Quizá mañana no haya sol, pero ahora, mira la luna.
" espectacular.
Te agrego a mi lista de links, lo merece.
Y poco más que contar. Un saludo

Pd: Soy de un pueblecito llamado San Román de la Vega, a 3 km de Astorga, pero Genarín es la caña, jeje

Anónimo dijo...

No hay palabras.. muy bonito.. gracias...
Aún así no quiero creer q tiempos atras todo era mejor...
muaaaaaa

E.S.A dijo...

Precioso, quizás algún dia ese lugar vuelva a recuperar toda la magia. Quizás ese dia esté más cerca de lo que pensaban las Maésulas...

Me ha gustado mucho leerlo