viernes, 3 de octubre de 2008

Horas desesperadas



Desespero aquí sentada, esperando nada, dejando que pasen los segundos en un reloj que se para si no le doy cuerda cada noche. Si salgo me visto para ti, me peino para ti, camino para ti. Pero nunca estás. No estás porque te olvidaste el corazón en aquellos besos, en las prisas, los rincones húmedos y las palabras sinceras. Y a penas un segundo aguantando la mirada, vigilarnos en la distancia… Darle cuerda al reloj cada noche para que siga marcando las horas, para seguir desesperándome.

Tómate todos los cafés por mí, sin mí. Recorre aquellos rincones, los de piedra y los de piel, los de hierba, los de papel. Túmbate sobre el cemento, sin mi regazo de almohada, sin mis labios. Sin ti nada es lo mismo, no tengo vida que vivir estos días, todos iguales, ni tengo tardes que compartir, ni nada por lo que luchar. Me robaste el ánimo, ya solo me quedan veladas de butaca y persiana bajada, de hastío tras los cristales. Con qué cara voy a los bares, a todos aquellos lugares llenos de recuerdos. No, sola no, aun no tengo valor. Mientras tanto desespero aquí sentada.

3 comentarios:

JUAN PAN GARCÍA dijo...

Muy bonito, Lamas, el tema del desamor da para escribir mucho, y en este te ha salido bordado.Un placer leerte.Ánimo y a seguir así.
Saludos.

Anónimo dijo...

Ayuda a no desesperar la desmemoria, lo que ocurre es que suele ser más complicada de controlar que la memoria. Un beso.

Anónimo dijo...

Ay, cuando una espera a recuperar las fuerzas sólo para poder ir a aquellos lugares tan llenos de recuerdos...
Me encanta, no desesperes, cuando menos lo esperes llegará el momento de subir la persiana y abrir las ventanas de nuevo... y respirar.