sábado, 2 de abril de 2011

Diez años no es nada


Cuando apenas tenía seis años, viajé por primera vez a Francia. Del viaje sólo recuerdo el asiento trasero del coche, que en casa de la tía Gloria había que bajar unos peldaños y me regalaron una flauta y un lápiz gigante con un montón de chateaux dibujados. Que el ascensor de la Tour Eiffel era un poco tétrico. Que me encantó ponerme un bikini de mayor, de la prima Toñita, anudado porque me quedaba enorme, para bañarme en la piscina climatizada de Auria y Alfredo. Recuerdo el patio ajardinado de la casa de Marie Claire y las flores secas que aún conservo, recuerdo el olor dulzón de la mermelada de ciruela mirabel de la tía Domitila… Todo lo demás no sé si realmente lo recuerdo o que de tanto ver las fotos me da esa sensación.

La segunda vez que fui a Francia fue en la excursión de fin de curso de 1º de bachillerato. Del viaje recuerdo que las cuatro horas entre parada y parada se me hacían cortas. Fue la primera vez que comí un kebab, de pollo, esos días sólo comíamos pollo porque coincidió con la paranoia de las vacas locas. Recuerdo cuando perdimos a Gus en el metro, cuando vimos a Karembeu en un descapotable delante del Louvre, que junto a la Gioconda me fotografié al lado de un tío realmente alto. Recuerdo el zumo de naranja aguado y asqueroso del hotel que era compensado por los croisants exquisitos y los ligoteos por el balcón con los madrileños que estaban en el hotel de al lado. Recuerdo un gorro playero, que puso de moda Ismael, concursante del primer Gran Hermano, que pasó por la cabeza de casi todos. Y la noche que Pili y el walkman aparecieron en lugares distintos por la mañana. Recuerdo la noche de fiesta en el Comprador, las lamentaciones filosóficosentimentales en el cuarto de baño con Dani, la anécdota de los gayumbos de Evita y Encinas, a Tania con una almohada llamada “Pequeñuelo”, que sólo Tote fue testigo de cómo rodé por las camas hasta caer al suelo… Y tras el Tribunal de la Santa Inquisición, Ciencias vs. Letras, en el cual me tocó ser cabeza de turco y tras lo cual mi vida experimentó un punto de inflexión, ya solo recuerdo mucha moqueta granate descolorida llena de pelusa y cacahuetes, ojos hinchados y las atracciones de Disneyland y Futuroscope.


“Tenemos que volver dentro de diez años”, dijimos. Es lo típico que se dice. Pero esa idea ha persistido en mi cabeza durante todo este tiempo y por eso hoy es un día un poco triste. Por razones evidentes sería bastante improbable que pudiésemos volver a juntarnos todos. Pero mantenía la ilusión de que al menos ciertas pendejas y yo pudiésemos llevarlo a cabo… Quién iba a pensar por aquel entonces que el trabajo, los estudios y la economía iban a interponerse en nuestros caminos, buena excusa, ¿eh? 2 de Abril, fin de semana, vuelos ida y vuelta más noche de hotel, más comidas/cenas y entradas, sin grandes lujos, alrededor de 400€.
El caso es que andamos repartidas por España, cada una a lo nuestro. Pero veamos el lado positivo, 10 años es un número redondo, sí, en sistema decimal, pero realmente qué más da si son 10, 13 ó 17,33… el caso es encontrar el momento idóneo e ir a disfrutarlo como si tuviésemos 17 años y un montón de sueños por delante.

3 comentarios:

Mii... dijo...

Que lidno!! ojala puedan juntarse TODOS de nuevo! =) Hola, soy nueva en blog, ojala te guste, un besoo..

Mii =)

Mauricio Cobo dijo...

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