Esto es lo que pasa por mi cabeza cuando, al regresar del país de las maravillas, paso a través del espejo...
viernes, 20 de enero de 2012
Zapatos
Yo soy muy de pies fríos, supongo que como muchas mujeres, así que, aunque me encanta andar descalza, siempre viene bien disponer de un buen par de zapatos (o calcetines en su defecto).
Mi principal problema es que mis pinreles son muy delicados pero mi economía bastante limitada, así que acabo calzando el primer saldo que se me pone delante y claro, aguanta tú después las ampollas del demonio.
Da lo mismo que lleve tiritas encima, porque siempre pienso: "Va… este dolorcillo de nada aún lo aguanto un poco más… démosle una oportunidad a estos preciosos zapatos de mierda…" Hasta que, ¡ampollas al canto!, acabo desterrando un par más al abismo del armario.
Pero claro, es que los zapatos que no me hacen daño o no me los puedo permitir, o no son para sacar de casa.
Y... por si alguien aún no se ha dado cuenta, esto no tiene nada que ver con el calzado.
Vuelta la burra al trigo
"Vuelta la burra al trigo” es una expresión que usaba mucho mi abuelo, más bien con la siguiente entonación: “Vueeelta laburraltrigo”.
Se suele usar cundo alguien es insistente con un tema, repetitivo con la misma historia o que ejecuta la misma acción o conducta de forma que le resulta pesada a quien, al final, acaba exclamando “¡Vueeelta laburraltrigo”!
Pues eso es lo que pensé al llegar a casa después de una dura noche de trabajo estas Navidades... y acabé aplicándomelo a mi misma mientras me tomaba un café días después.
El cajón de los calcetines
En verdad el mundo es bien pequeño… Chiquitito y desesperante como un cajón de calcetines desparejados.
Qué cierto es eso de que todos estamos conectados, no solo en el sentido de la humanidad y la energía, sino conectados con miles de lazos al resto del mundo.
Basta con pensar en el amigo del novio de la amiga de una amiga…
En el tipo que conociste unas vacaciones y resulta ser amigo del amigo de un amigo, que además fue novio de una compañera…
O en la profesora que es vecina del amigo del compañero de clase de una vecina…
Si volvemos al símil de los calcetines, empiezo a creer que para encontrar la pareja de cualquiera de los calcetines sólo hay que agarrarse al primero que veas, que al final acabará saliendo enganchado el par que te faltaba.
Pero sin duda, lo que más me gusta, es pensar en la cantidad de gente con la que estamos conectados y aun no lo sabemos. Incluso puedes subirte a un autobús en Pekín y encontrarte a Los Tres Mosqueteros, que eran primos de sendos bufones de reyes que nunca llegaron a ser.
Si fuese un gato, sin duda dormiría siempre en el cajón de los calcetines, más que nada para ver el mundo… rodeada de calcetines.
jueves, 15 de diciembre de 2011
El cuento de los conejitos
Como todos los martes, el señor José de Cantejeira bajó a vender sus conejos a la feria de Villafranca sin ser consciente del drama que iba a ocurrir… Resulta que entre sus conejos, había uno gris con una orejita caída, que estaba enamorado de una conejita blanca preciosa y justo aquel día que iba a declararle su amor, la compró el señor Antonio y la conejita se tuvo que quedar en Villafranca.
Al regresar a casa, el conejo gris tenía tanta pena que decidió escaparse e ir en su busca. Se puso sus mejores galas: camisa blanca, pajarita, chaqué, sombrero de copa, los zapatos nuevos y un bastón, se colocó la oreja caída bien tiesa para arriba, hizo un ramo de margaritas y echó a correr montaña abajo.
Cuando llegó a Balboa se encontró con un mastín con malas pulgas que no le dejaba pasar.
— ¿Dónde vas Conejo!
—A buscar a la Conejita blanca.
—Pues por aquí no pasas si no me das algo a cambio.
—Como veo que tienes malas pulgas te voy a dar este bastón para que te puedas rascar la espalda, ¿qué te parece?
El Mastín aceptó el trato y le dejó pasar.
Al llegar a Quintela un gato pardo esmirriado con cara de querer comérselo, se plantó en medió del camino y le dijo:
— ¿Dónde vas Conejo!
—A buscar a la Conejita blanca.
—Pues por aquí no pasas si no me das algo de comer.
—No tengo nada de comer, pero puedo darte esta pajarita para que la lleves en vez de ese cascabel, así los ratones no se enterarán cuando te acerques a ellos.
Al Gato le pareció un buen trato y le dejó pasar.
Ya iba el conejo por Ambasmestas cuando un burro se cruzó en su camino.
—¿Dónde vas Conejo!
—A buscar a la Conejita blanca.
—Pues súbete, que yo voy a La Portela a arar un huerto y así me haces compañía.
El conejo le estaba tan agradecido, que le dio las margaritas, pues veía que al burro le hacían trabajar mucho y le daban de comer poco.
Cuando iba el conejo ya por Trabadelo, se encontró con una oveja que estaba llorando desconsolada.
—¿Qué te pasa Oveja?
—Que me acaban de esquilar y ahora voy a tener mucho frío.
—Tranquila Oveja yo te doy mi chaqué, que como voy corriendo a buscar a la Conejita Blanca estoy acalorado y no me hará falta.
La oveja en agradecimiento, arrancó una flor de geranio que colgaba de una ventana y se la dio para su conejita.
El conejo, muy contento, siguió corre que te corre y llegó rápido a Pereje, donde se encontró con un Gallo que le preguntó:
— ¿Dónde vas tan rápido Conejo!
—A buscar a la Conejita blanca.
—No te fíes Conejo, yo tenía a todas esas gallinas loquitas por mí y se han ido con aquel gallo que tiene la cresta tan grande.
—No te rindas señor Gallo, ponte mi sombrero que así estarás muy elegante y las volverás a conquistar.
— ¡Muchas gracias Conejo! Toma, en agradecimiento te voy a dar una pluma para que le escribas una carta de amor.
El conejo cogió la pluma y siguió su camino. Pero de repente, el cielo se puso muy negro y empezó a llover. Y el conejo corre que corre y el cielo llueve que llueve.
Cuando por fin llegó a Villafranca a casa de la Conejita blanca, estaba todo empapado. La camisa, con el agua, había encogido, los zapatos le hacían chof, el geranio se quedó sin pétalos y la orejita se le cayó.
La conejita al verlo, llevó tanta alegría que le dio un beso y los dos con la pluma, escribieron esta historia de amor.
...Así más o menos era como improvisaba mi madre los cuentos cundo me ponía muy terca y no quería comer de pequeñita y de paso me enseñaba los pueblos que hay desde Cantejeira a Villafranca. Gracias mamá, por toda la paciencia que has tenido y siempre tienes con todo y conmigo especialmente.
sábado, 8 de octubre de 2011
No lo quería
No se trataba de alcanzar un objetivo, sino de no dejar escapar ninguna opción, por si acaso, manteniendo al mismo tiempo algo seguro y bien agarrado para no perderlo todo en el intento. Y fue así, al querer tenerlo todo y no querer perder nada, como acabó por no saber qué es lo que más quería sobre todas las cosas.
09/08/2011
viernes, 23 de septiembre de 2011
No lo tuvo
No hay infierno ni delirio peor
que perder a alguien a quien nunca se tuvo,
porque no hay recuerdos que perduren,
ni historias que recordar,
ni nada que echar de menos,
salvo el anhelo mismo de quien jamás regresará,
de quien solo existió en la imaginación más oscura
de una mente infectada de soledad.
Si tan solo imaginar era su cometido,
enfermó de sí misma
y jamás encontró la paz.
08/08/2011
viernes, 16 de septiembre de 2011
Me voy
En esta fría noche última, me voy.
Crecida como la luna, me voy.
Herida de mis piedras y mis senderos, me voy.
Sedienta de ríos llenos, me voy.
Helada de tantas horas desgastadas…
Me voy de mí, me voy de aquí,
Me voy sabiendo que siempre falta algo,
Siempre queda algo por hacer,
Siempre me voy para poder volver.
02/09/2011
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