jueves, 19 de marzo de 2009

Ese día

Eran las siete de la mañana cuando entró en la habitación y me dio un beso como hacía siempre antes de irse. Yo le dije medio dormida “buenos días” y él respondió “venga, duerme”. Después oí como cerraba la puerta de casa suavemente mientras me sumía de nuevo en el sueño.

Esa mañana estaba nerviosa. Tenía que terminar un proyecto importante. Consistía en un boceto a mano alzada que debía acompañar de una presentación a ser posible utilizando alguna técnica literaria: prosa poética, versos... algo así.
Me llevó toda la mañana pero al final creo que fue la propuesta mejor calificada.

Por la tarde mi madre insistió en que la acompañara a hacer unas compras así que no pude darle los últimos retoques al proyecto, de todas formas no era algo que me preocupase ya que estaba convencida de que el éxito estaba asegurado.

Cerca de las 8 de la tarde oí el coche aparcar junto al portal. Me apresuré a coger sus zapatillas y abrirle la puerta, nos dimos un beso y me cogió en brazos, me encantaba que me abrazara así, era tan grande...

Durante la cena logré contenerme y no le dije nada del proyecto, aunque estaba deseosa, pero me limité a preguntarle qué tal el día y a escuchar atenta lo que contaba. Algún día me gustaría acompañarlo porque creo que debe sentirse muy solo estando tantas horas subido al camión sin más compañía que la radio.

Después de cenar me senté en su regazo en el sofá y lo llené de besos hasta que me quedé dormida encima de él.

Cuando me desperté esa mañana miré la hora, eran las siete exactamente, saqué de debajo de la cama el dibujo y la poesía y corrí a la habitación de mis padres. Encendí la luz y salté sobre mi padre gritando ¡Feliz día del padre! Y lo volví a llenar de besos.


A papá.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Precioso regalo, sin duda :)

Abel dijo...

Sencillo,sin embargo, llena.

Saludos

JUAN PAN GARCÍA dijo...

Debió de sentirse muy feliz, al saber que su hija había pensado en él.Muy tierno.
Saludos.