jueves, 13 de junio de 2013

Conflicto filosófico: ¿Y tú qué opinas?

“Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión”.
Artículo 19 de la Declaración Universal de Derechos Humanos.



Las impresiones se generan de repente, puede que de forma subjetiva y, cuando estas impresiones son negativas o de reprobación y se comparten, se dice que son prejuicios, críticas en el mal sentido, desprecios y que no se tiene derecho a dar esa opinión sin fundamentos, mal informada o quizá preconcebida, porque es una falta de respeto, de educación, de objetividad (evidentemente si es subjetiva difícilmente va a ser objetiva) y denota falta de inteligencia social. O al menos eso es lo que me han dicho.

Yo pienso que, más que lo que se diga u opine, debería tenerse en cuenta la actitud e inquietud al respecto.

Una impresión al respecto de una acción, actitud, sujeto u objeto, sea cual fuere, cuando decide ser compartida, no como un juicio tajante, sino como una oportunidad de debate y aprendizaje, no debe ser desestimada y mucho menos se debe negar legitimidad de expresión a la persona que comparte su pensamiento pues, si bien su percepción de un asunto pudiera estar errada o tener un enfoque negativo, está en manos del interlocutor proporcionar un contrapunto y mantener así un diálogo constructivo, ya que por algún motivo se le habrá confiado esa opinión.

Se dice que si no se tiene nada bueno que decir es mejor callarse. Y que es mejor no hablar de lo que no se sabe. Hablar por hablar nunca es bueno… Que hay que informarse antes de emitir juicios. En mi opinión, si es que se me permite tener una, estos son buenos consejos cuando uno se enfrenta a juicios absolutos que no atienden a razonamientos, cuando se hiere conscientemente o con saña la sensibilidad de alguien o se le tacha de algo sin fundamentos o a sus espaldas, cuando uno no se baja de la burra a pesar de que se le demuestre su error. Si no, me parece que sólo es un pobre argumento para cerrar bocas que dicen cosas que no nos gustan o reprobar actitudes que nos desagradan en un momento concreto.

Pero permitidme que las cosas me den impresiones y sensaciones y las perciba como me nazca, permitidme que me guste o me disguste algo solo porque sí, dejadme decir lo que pienso del calor cuando estoy harta de sudar, aunque luego en invierno piense lo contrario.

He aprendido algunas cosas últimamente. Sobre todo que las cosas negativas a nadie le gusta oírlas, sobre todo cuando son sobre sus seres queridos, cuando la otra persona tiene entre manos una labor más importante que la conversación, cuando está nerviosa, alterada, hambrienta o somnolienta, cuando no coincide con su punto de vista o cuando le da más importancia a la forma que al fondo.

Pero sobre todo, he aprendido que mi opinión puede cambiar pero que, sea cual sea y por el motivo que sea, no es irrelevante, despreciable ni carente de valor, ni ella ni mi persona. Que tengo todo el derecho a dar mi opinión. Sólo debo discernir mejor cómo y con quién compartirla. Y sobre eso no pienso cambiar de parecer.


2 comentarios:

elbucaro dijo...

Estoy totalmente de acuerdo contigo. Un besote..

Vagamundo dijo...

YO soy: yo y mis circunstancias.
Si las circunstancias cambian, cambia la manera de opinar, de abordar, de afrontar, de plantear. No cambia el yo.