viernes, 1 de junio de 2012

Minipollo


La casa de Elvira era muy pequeñita. La rodeaba un jardín enorme y frondoso donde crecían parras y margaritas, jacintos, melocotoneros y ciruelos, cerezos, lilas y azahar.

La casa estaba en medio de un bosque diminuto por el que pasaba un largo y caudaloso río que nacía precisamente en el jardín de Elvira, donde los animales más pequeños iban a beber porque la corriente allí no era tan fuerte.

Como ya he dicho, la casa de Elvira era muy pequeña y por eso solo podía tener una mascota muy pequeña. Se trataba de un pollito chiquitín al que llamaba Ansias.

Al pollito le encantaba pasearse por el jardín y charlar con los demás animales que acudían a beber, sobre todo a media tarde, entonces se juntaban un grillo, una rana y una ardilla con los que el pollito jugaba a adivinar cual sería el próximo animal en entrar al jardín a beber.

—Apuesto por el mapache— dijo la ardilla.

—Apuesto por la serpiente—dijo el grillo.

—Apuesto por el mosquito—dijo la rana.

—Apuesto a que llegará un perro—dijo el pollito.

Los demás se rieron porque en aquel bosque no había perros, pero el pollito les explicó que aquella mañana había oído disparos de cazador y a continuación los lamentos de un perro, que seguramente se habría perdido.

Y efectivamente, al poco rato entró un Setter Gordon enorme con una patita herida que se acercó a beber, el pollito le preguntó qué le había pasado y el perro les contó que al herirse persiguiendo una perdiz, su dueño lo había dejado abandonado en el bosque. Al pollito le dio tanta pena que fue a avisar a Elvira, que hizo un sitio en su casa diminuta para que el perro pudiese recuperarse.

El perro estaba encantado con tantos mimos y atenciones y disfrutaba del jardín y las charlas con los otros animales, pero una tarde oyó disparos y se fue corriendo al bosque para ver si encontraba a su dueño. Todos saben de la fidelidad de los perros, y este no iba a ser menos.

Pasaron días sin que el Setter regresara y el pollito estaba tan enfadado al ver que Elvira se había quedado muy triste, que otro día que oyó disparos se adentró en el bosque en busca del perro para pedirle explicaciones. Pero claro, como había pasado tanto tiempo, el pollito se había convertido en un gallo de plumaje brillante y espolones kilométricos, así que cuando el perro lo vio llegar todo enfadado, se asustó tanto que nunca más volvió a cazar a aquel bosque.

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