lunes, 4 de enero de 2010

El Ácido


Qué más da si rezo o si escribo,
ni siquiera atiendo a razones.
Qué importa si aplasto mi corazón
para extraerle todo el ácido.
De nada sirve ya llorar ni implorar,
Vivo del veneno que aun me queda.
Qué puedo hacer sino seguir adelante.
Porque aunque muera cada noche,
o me mate, o me pierda o me encuentren...
aunque el sueño me abandone
y el sol se olvide de mi.
Tras la persiana seguirá brillando un nuevo día.

4 comentarios:

José Luis López Recio dijo...

Lo bueno es que siempre vuelve a amanecer. me ha gustado mucho el final.
Un abrazo y Feliz Año

Abel dijo...

Amanece, que no es poco.

Un saludo.

Por cierto, ya acabé el sr de Bembibre, que bueno, pero que bueno

JUAN PAN GARCÍA dijo...

Ciertamente, después de haber soñado durante años con cambiar el sistema, uno siente la impotencia que emana de tu poema al comprobar que esta vez David no puede con Goliat, y que todos los esfuerzos son inútiles: vivimos en un barco a la deriva que nos conduce al abismo y nada podemos hacer para escapar.
Slolo nos queda seguir adelante y que sea lo que Dios quiera.
Feliz año, princesa. Un beso

Anónimo dijo...

Genial, magnífico.

Somos tan pequeños que aunque el sufrimiento nos parezca inmenso, o la alegría, aunque creamos que ése sentimiento sea capaz de cambiar el eje de la tierra, el mundo siempre seguirá su ritmo, ajeno por completo a nuestra existencia.