domingo, 11 de octubre de 2009

(I) BÉBEME


Todas y cada una de las palabras, vacías y huecas, sobre lo banal o trascendente.
Todas las miradas esquivas, indirectas, que chocaban en las paredes.
El polvo viejo y húmedo envolviendo dos vasos.
El eco de aquel lugar umbrío, lleno de tantas cosas que no osaron asomarse, ni se escaparon apenas.
Un montón de nudos en la garganta que me tragué con la última gota de vino.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Ciertas cosas entran mejor con un buen vino, o un buen ron... o directamente con un chupito de tequila.

Me encanta!

Alberto dijo...

Angustia en una botella de vino. Capaz de hacerte olvidar todo lo amargo y fuerte que es el alcohol.
El dolor intenso y profundo lo supera.